La ganadería de Ses Pastores, propiedad de Marion, posee 38 ejemplares equinos. | Pep Córcoles

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Marion Hackner es la mayor ganadera de caballo mallorquín del mundo. Reside en Algaida desde hace 21 años. Llegó a Mallorca desde su Austria natal y se enamoró de los equinos autóctonos, tal fue el flechazo que desde entonces acumula un buen número de ellos distribuidos en nueve líneas de cría.
«Es un caballo extraordinario puesto que es muy versátil y funcional; puedes montarlo, engancharlo, saltar, trabajar y todo tipo de domas», explica la ganadera. Marion agrega que «en origen es un animal de trabajo; se usaba para todo tipo de labores agrícolas; labrar, trillar, segar, pero también para engancharlo al coche de los domingos para ir a misa los señores de las possessions». Sabido es que para el trabajo en el campo es mejor un mulo que un caballo, así pues, según narra Marion, se utilizaba «esencialmente para cruzarlo con el burro mallorquín y conseguir unas poderosas bestias híbridas».

Es una de las razas que se encuentran en la lista roja, en peligro. «Se calcula que hay unos 360 ejemplares en todo el mundo», explica Guillem Reynés, criador de caballos de Selva y propietario de la yeguada Rocarrei. La ganadería Ses Pastores, propiedad de Marion, posee 38 ejemplares. «En todo el globo terráqueo no hay ningún criador que disponga de tantos caballos juntos», sentencia Marion.

Los dos criadores piensan que el caballo mallorquín ha llegado a esta situación debido a que la población autóctona dejó de criar por la pérdida de utilidad del animal en el campo. «Ha sido muy posteriormente, cuando se ha demostrado su buen carácter y nobleza, cuando se ha empezado a recuperar, pues es un excelente montura para que los niños se inicien, por ejemplo», dice Reynés.
Marion dispone de nueve líneas de cría y «cada día estoy seleccionando más intentando adaptar mis animales a un estándar lo mas cercano posible a la perfección», dice.

El caballo mallorquín debe ser negro y no puede tener botines ni grandes manchas blancas. Marion cuenta con unos excelentes sementales de gran porte y altura. «Un animal así puede valer lo que uno quiera, explica Un caballo normal para monta puede venderse desde 2.000 hasta 10.000 euros. La doma encarece el animal evidentemente». Contando la alimentación, veterinario, vacunas y otros gastos, Marion dice que cada equino le cuesta unos 3.800 euros anuales. Una curiosidad que le aporta mayor valor es que en la actualidad, en Ses Pastores, se crían caballos para terapia de niños con discapacidad. La ganadera manifiesta que «es un caballo tan sumamente tranquilo y dócil que es muy adecuado. Tiene movimientos suaves, no suele alterarse».

La raza mallorquina ha despertado el interés de algunos aficionados extranjeros, así Marion refiere que ha vendido caballos autóctonos en Alemania, Suiza y Austria con gran aceptación. La ganadera reconoce con tristeza que «en estos momentos hay muy poco interés institucional en promocionar esta raza autóctona. No hay ayudas, no se organizan concursos». Tanto ella como Reynés hablan de fundar una nueva asociación de criadores. Una entidad que estudie el posible reclamo turístico de este caballo como forma de promocionar su cría y evitar, así, la desaparición de una de las razas autóctonas de Balears.