Un grupo de agricultores llegados desde Ses Salines, s'Alqueria Blanca y Cas Concos des Cavaller. | Lola Olmo

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Los agricultures y ganaderos de Mallorca están hartos de ser «los jardineros de Mallorca, pero trabajando de Sol a Sol, sin descanso semanal porque sus animales tienen la mala costumbre de comer a diario, y mal pagados». Es el símil que muchos hacían explicando sus motivos para participar en la tractorada con la que el campo ha mostrado su descontento pero también su unidad, llegando a Ciutat en fileras desde el Raiguer, el Migjorn y el Llevant de Mallorca como una Germania del siglo XXI.

Los tractores han llegado desde diversos puntos de la Isla en largas caravanas y con una ruidosa pitada de bocinas a su paso por distintas poblaciones. Algunos llevaban bandera de Mallorca y muchos más, la bandera de España. Agunos han arrastrasdo un remolque con balas de paja o han conducido un camión cargado de lana de oveja, un producto ganadero por el que hoy en día no reciben ni un céntimo.

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Joan Gaià, durante la protesa. Foto: Lola Olmo

También se han visto mujeres al volante de un tractor, porque el campo también es trabajo femenino, como Aurora Oliver, que ha conducido desde Orient para defender los intereses de su familia, todos agricultores en este pequeño pueblo de Bunyola. Otros han viajado en pareja para conversar y hacer más ameno el largo camino, como Biel Mas y Sebastiana Ballester. «Venimos desde Campos porque la situación del campo es insostenible, y hemos tardado una hora». Incluso una pareja de jóvenes agricultores ha llegado a Palma a bordo de su John Deere con su bebé en brazos.

Tractorada en Palma
Pere Calafat, vinicultor de Santa Maria. Foto: Lola Olmo

Pedro Bestard, el vicepresidente del Consell de Mallorca y responsable de Medio Ambiente, Medio Rural y Deportes, ha cambiado el traje por una camisa a cuadros y también ha llegado en tractor a la Avenida de México, donde se concentraban los vehículos antes de iniciar su particular 'rua' por la dignidad del sector. «Es mi deber estar con el sector», ha señalado.

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Uno de los más optimistas ha sido Pere Calafat, viticultor de Santa Maria, de donde han salido esta mañana una quincena de vehículos agrícolas. «Es un éxito, somos muchos los participantes y haremos que se escuchen nuestras demandas; la semana pasada la Unión Europea empezó a recular, aunque tímidamente, sobre la implantación del cuaderno digital, que nos quiere convertir en administrativos y no en agricultores». Esta misma idea compartían en plena concentración un grupo de payeses de s’Alqueria Blanca, Ses Salines y Cas Concos, tras hacer el recorrido de 60 y 50 kilóimetros respectivamente a 15 km por hora. Echen cuentas del paseíto. «Nos obligan a hacer demasiado papeleo y a la hora de la verdad, nosotros tenemos que adelantar todo el dinero y las subvenciones se pagan muy tarde», lamentaban.

Representantes de la Cooperativa Pagesa d'Inca. Foto: Lola Olmo

«No somos burócratas, por lo menos en Unió de Pagesos todos los miembros somos agricultores», corroboraba abordo de su Case III -uno de los modelos más modestos que han desfilado- Joan Gaià, coordinador de este sindicato agrario en Mallorca.

Varios socios de la Cooperativa Pagesa d’Inca se han sumado a la tractorada, como el presidente, Tomeu Martorell y el vicepresidente, Andreu Truyols. Ambos han recalcado que «con esta gran participación se ha demostrado que la agricultura no está muerta, y si no se ven cambios claros en la política agraria volveremos a reivindicarnos, queremos soluciones, no que nos vendan humo».

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Aurora Oliver, llegada desde Orient (Bunyola). Foto: Lola Olmo

La marcha, ejemplar en civismo y organización, ha dejado muchas imágenes y anécdotas. Como la sorpresa de la Policía Local y la Guardia Civil al encontrar un tractor sin chófer en mitad de la avenida de México, porque su conductor se había ausentado mientras estaban esperando a los tractores más rezagados; o la fiesta que han hecho los niños y niñas de una escuela del barrio, que se han sentado con sus maestras en la acera a ver el desfile, felices de ver vehículos tan poco habituales en las calles de Palma y celebrando con risas cada bocinazo ensordecedor con el que los saludaban los payeses a su paso.