Imagen de la plaza de Binissalem, este domingo. | Francisco Ubilla

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La Fira de la Pedra convirtió Binissalem en un museo al aire libre donde los maestros locales exhibieron su destreza y experiencia en el tallado de la piedra natural que tan ligada está a la historia del municipio. Una impresionante «bota congrenyada» confeccionada en piedra llamó la atención del público entre muchas otras creaciones en piedra: mesas, morteros, cuellos y brocales de pozo, fregaderos, picas e incluso una escultura de un delfín, además de cuadros que reproducían con exactitud fachadas reales de piedra que caracterizan las calles de Binissalem.

Las marmolerías y la cantera que continúan en activo en la localidad de es Raiguer y en toda la zona mostraron también grandes láminas de piedra que son la base de sus trabajos para la construcción contemporánea.

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Todas las calles adyacentes a la plaza se llenaron de puestos de todo tipo, en especial de productos de temporada, como los albaricoques y las cerezas. Los más pequeños tuvieron talleres para acercarse a los oficios de la piedra y también disfrutaron acariciando el hocico a los caballos que se exponían en la feria. Mientras, los mayores pudieron disfrutar de una vermutada con música en vivo y al mediodía, una comida popular con receta tradicional de fideus amb conill.