Detalle del reloj en la fachada trasera de la estación de tren de Inca,

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Por inverosímil que pueda parecer hoy en día, hubo un tiempo no tan lejano en que los viajeros que se subían al tren en Mallorca no tenían móvil donde consultar las horas ni en el que concentrarse sin mirar siquiera al pasajero de al lado en todo el trayecto. Y aunque el reloj de pulsera lleva ya mucho tiempo formando parte del atuendo cotidiano, los relojes de las estaciones eran decisivos para no quedarse en pie sobre el andén viendo alejarse el vagón de cola en el horizonte.

Estos relojes forman parte ahora del patrimonio ferroviario de Mallorca y de su encanto, como una puntada de hilo que mantiene unidos el pasado y el presente de un transporte público esencial en el día a día de muchas personas. En este contexto, Serveis Ferroviaris de Mallorca ha recuperado los cuatro relojes que tiene la estación de tren de Inca, uno en la fachada que llevaba 80 años retirado, y los tres relojes históricos que hay en el interior del edificio y en los andenes.

Estación de tren de inca
La fachada de la estación de tren de Inca recupera su reloj.
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Un reloj nuevo corona la fachada principal de la estación de Inca, ocupando el hueco que ha permanecido vacío desde que el original fue retirado, en los años cuarenta del siglo pasado. Los otros tres relojes son los originales, que han podido ser restaurados. Ahora sí se puede decir que «funcionan como un reloj», pues se ha instalado un patrón BTE electrónico radiocontrolado que se encarga de dar las hora en las cuatro esferas de manera sincronizada, una hora de satélite que se cambiará automáticamente con los dos cambios de hora anuales.

Los tres relojes exteriores acompañarán a los viajeros vespertinos con su luz, pues se iluminarán con la puesta de sol gracias a un sensor crepuscular instalado en su maquinaria, ahora actualizada. Una mejora que se sumará a la renovación integral de la iluminación que SFM ha finalizado recientemente en Inca y que se realizará en todas las estaciones de la línea ferroviaria, en aras del beneficio medioambiental y económico. Quienes viajen en tren a Inca o desde la capital del Raiguer ya tienen un motivo más para levantar la vista de la pantalla y admirar el patrimonio ferroviario, que emprende un viaje de retorno.