El arquitecto redactor de la propuesta para rebajar la plaza, Antoni Pons, y el público defensor de conservar su estado actual, se han enzarzado en el turno de preguntas. | Lola Olmo

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El Ajuntament de Lloseta pone en marcha un proceso participativo para emprender la remodelación de la plaza España y zanjar así la polémica suscitada en los últimos meses por la oposición vecinal a la demolición del espacio para rebajarla al nivel de la calle Guillem Santandreu.

La alcaldesa, Angelina Pérez, y todo el equipo de gobierno, han presentado el proceso en una sala de plenos abarrotada de vecinos, muchos de los cuales se han postulado, a gritos, a favor de una reforma de la plaza menos ambiciosa. En el turno de preguntas, los vecinos han mantenido una discusión con el arquitecto local Antoni Pons, autor de la propuesta que rebajaba la plaza y cuya filtración originó la polémica y una campaña de pancartas y recogida de firmas en contra del proyecto.

Los vecinos que han llenado la sala de plenos se aferran a mantener todos los elementos actuales de la plaza de Lloseta, pese a reconocer que «la parte de arriba solo se usa como aparcamiento y la de abajo, es un desierto, no tiene vida porque toda la actividad está en la calle de abajo». En este sentido, el arquitecto ha destacado que la plaza no tiene siquiera bancos y ha preguntado a los vecinos críticos qué elementos de la plaza actual tienen tanta importancia para ellos, a lo que estos han respondido al unísono que "todo", pero sin concretar.

Antes de iniciarse este intenso debate, la alcaldesa ha explicado que, para el equipo de gobierno, «el proyecto presentado por Antoni Pons, arquitecto llosetí muy reconocido, nos pareció provechoso; ha sido difícil tomar la decisión de renunciar a él, pero no podemos permitir que la plaza, que es un lugar de unión, derive en un problema social y en un motivo de división».

Pérez ha recordado que «en aquel primer proceso también estaba previsto que los vecinos pudieran votar, pero no fue posible porque se presentó un único proyecto». Cabe recordar que el origen de este asunto está en que el consistorio invitó a los seis arquitectos que hay en Lloseta a participar en un concurso de ideas para reformar la plaza. Solo se presentó Antoni Pons, con una propuesta que reestructuraba toda la plaza, reutilizando sus icónicos elementos de piedra, y rebajaba su altura a la de la calle Guillem Santandreu, de la que actualmente está separada por un muro y escalinatas.

La alcaldesa, Angelina Pérez, ha presentado el proceso participativo junto con todo el equipo de gobierno. Foto: L. Olmo
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La alcaldesa ha dado por zanjada la división vecinal por la reforma de la plaza. Con el inicio de este proceso participativo demostramos que las inquietudes de los llosetins y llosetinas serán recogidas y que esto sirva de punto de partida para la restauración de la convivencia y de la cohesión como pueblo», ha reiterado.

Así será el proceso

El teniente de alcaldesa y concejal de Participación Ciudadana, Javi González, ha presentado cómo será el proceso participativo. En febrero y marzo comenzará un proceso de reflexión con talleres presenciales para pensar la plaza, cuatro de ellos con los vecinos adultos y uno con el Consell de la Infància. Estos talleres estarán abiertos a todos los residentes por orden de inscripción y serán dirigidos por un técnico en participación.

En marzo y abril, todos los vecinos podrán responder formularios sobre sus preferencias y sugerencias para el futuro de la plaza. Toda la información se recogerá en un informe en abril y mayo, y en base a ello, en junio se convocará un concurso de proyectos a nivel nacional. Es decir, si el primer intento se restringió a los arquitectos de Lloseta, ahora podrán ser profesionales de toda España los que propongan un proyecto para reformar la plaza.

En septiembre un jurado técnico valorará los proyectos presentados a concurso, y a final de año, en noviembre o diciembre, habrá una votación popular para escoger el proyecto ganador. Si hay más de tres proyectos presentados, se realizará una doble votación. A partir de que se seleccione el proyecto ganador, se licitarán las obras, que podrían comenzar entre 2026 y 2027.

La remodelación de la plaza debe cumplir con unos objetivos marcados por las condiciones para recibir una subvención de 400.000 euros de la Conselleria de Turisme: permitir que se puedan celebrar el mercado semanal y actividades culturales; debe seguir criterios medioambientales como sombra natural y recogida de aguas; tiene que ser accesible, criterio que actualmente no se cumple; y finalmente, las obras se deben poder realizar en un plazo máximo de tres años. El Ajuntament de Lloseta ha anunciado que está dispuesta a aportar recursos propios si el presupuesto del proyecto es superior a la ayuda otorgada por el Govern.

«La plaza de Lloseta no está catalogada ni tiene ninguna protección patrimonial", ha aclarado el equipo de gobierno ante un público cada vez más tenso. Esta respuesta ha provocado una agria polémica entre el público, que ha lanzado gritos a favor de mantener la plaza tal y como es. Pons, quien lamenta que su proyecto haya sido rechazado sin argumentos técnicos, ha ironizado que «me alegro de que mi dibujo haya suscitado tanto interés por la plaza, espero que a partir de ahora las persianas de aluminio, las máquinas de aire acondicionado colgadas en las fachadas y las placas solares en los tejados, también se quiten y así se embellecerá toda Lloseta».