La versión que hemos probado es un restyling profundo, que deriva directamente de la tercera generación del modelo, que ha seguido creciendo respecto a la primera (más de 25 cm) para ir acercándose a los 4 metros (3'90 concretamente).
Los cambios estéticos más importantes en la parte anterior son la parrilla nueva, que ahora se convierte en doble y adopta una forma de X, con el logo de Toyota en el centro como nexo de unión. A la altura de ese logo se cruza una barra cromada hacia los faros, lo que da un aspecto muy atractivo y más deportivo. Estos faros, como novedad, incorporan luces diurnas LED y unos gráficos que varían en función del acabado escogido.
La parte posterior adopta un nuevo parachoques con difusor en la zona baja, además de contar con luces LED, que lo hacen más atractivo.
La versión híbrida que hemos probado muestra un gran equilibrio en todos los campos. Mecánicamente, el Toyota Yaris HSD monta un motor de gasolina de cuatro cilindros de 74 CV apoyado por otro eléctrico capaz de mover al japonés de forma autónoma. Su gasto medio, según la marca es de 3,3 l/100 km con solo 79 g/km de CO2.
Es un propulsor que nos ha sorprendido muy gratamente, sobretodo en un uso urbano, aunque en carretera también da el do de pecho, ya que si conducimos relajadamente por ciudad, sin aceleraciones bruscas, es posible que el motor eléctrico funcione más o menos hasta los 45 km/h. A partir de esta cifra, al necesitar más potencia, se pone en marcha el atmosférico.
El vehículo cuenta con dos botones que intervienen directamente sobre el comportamiento del motor; por una parte, el ECO, que hace que el acelerador actúe de forma más progresiva sobre el motor, con lo que se consiguen unas cifras menores de consumo. El otro botón es el EV, que lo podemos accionar básicamente por ciudad, para que el motor eléctrico prevalezca sobre el atmosférico. La cifra que hemos conseguido nosotros en un recorrido mixto ha sido de 5 litros, que no está nada mal. La aceleración de 0 a 50 Km/h por ciudad es realmente sorprendente en positivo; a partir de esta cifra el rendimiento se ralentiza, aunque no en exceso.
En cuanto a comportamiento, el vehículo se asienta bien en la carretera, aunque el tren posterior es demasiado blando, con lo que en las curvas cerradas se produce un cierto balanceo, que hay que corregir con el volante. Las irregularidades del terreno no se notan en exceso, lo cual redunda positivamente en la comodidad de los ocupantes.
El interior del vehículo es moderno y bastante atractivo en general con unos buenos acabados. Se encuentran los elementos indispensables y están colocados en su sitio. Tal vez el manejo ordenador de abordo del cuadro de instrumentos podría ser desde el volante y no con el botón escondido en el propio cuadro.
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