Uno de los modelos más esperados del mercado y que más expectación había generado era sin duda el nuevo Megane (ahora ya sin acento). Este modelo, que sustituyó en su día (año 1995) al Renault 19, ya va por su tercera generación, después de que la segunda, con dos pequeños restylings por en medio, llevara en el mercado desde el año 1998.
La verdad es que el modelo se había quedado un poco obsoleto respecto al resto de los vehículos de este tan competido segmento C, ya que prácticamente todas las marcas habían lanzado sus modelos con estéticas y tecnologías mucho más modernas.
Este nuevo vehículo de la marca gala conserva sin duda la esencia Megane, aunque ha recibido cambios importantes, tanto exteriormente como en el interior. Quizá por tardar tanto en sacar la nueva versión pensábamos que tenía que ser aún más revolucionario, pero se ha quedado en el punto medio, que tal vez es la decisión más inteligente.
La parte delantera se caracteriza por tener unos faros muy futurista, alargados, que es como si se dividieran en dos partes y que cuentan con una iluminación led muy llamativa. Los faros antiniebla, por su parte son de pequeñas dimensiones.
La parte posterior sigue en la misma línea que la delantera, con unas tulipas muy alargadas, también con iluminación led, que recuerdan un poco a los vehículos de antaño de la marca que llevaban reflectantes a lo ancho del vehículo. De noche reflejan una luz muy bonita.
MOTOR
El motor que hemos probado es el de gasolina 1.2 TCe de 130 CV. La firmafrancesa sigue apostando por los motores downsizing que tan buen resultado están dando en la mayoría de valores medidos, sobre todo en el consumo, que en este caso, según la marca, es de 5'3 litros a los 100 Km en un recorrido mixto. Nosotros hemos conseguido 6 litros llevando una conducción normal, con una configuración del motor ecológica.
Las prestaciones no son muy destacables, aunque sí que cumplen perfectamente su cometido. Los 10'7 segundos que tarda para pasar de 0 a 100 Km/h son suficientes y en la recuperación, a no ser que lo llevemos en la configuración deportiva, tarda un poco para volver a subir de vueltas.
Una de las cosas que podemos destacar y que hace que tenga el sello inconfundible de la marca es la finura, ya que cuando lo conducimos por carretera es casi como si no lo lleváramos en marcha.
El comportamiento del nuevo Megane sobre el asfalto, como no podía ser de otra manera, es de gran aplomo en cualquier circunstancia, gracias a un buen ancho de vías. Quizá en las suspensiones ha pecado un poco de querer tener más en cuenta la comodidad de sus ocupantes que no su dinamismo en las mismas, aunque no se puede decir que éste sea malo en absoluto.
INTERIOR
El interior del nuevo Megane nos ha recordado mucho al del Espace, con una consola central curiosa, ya que la pantalla está situada verticalmente, lo cual permite también múltiples posibilidades, aunque al principio líe un poco a la hora de hacer la lectura.
En los marcadores, la marca francesa sigue apostando por la información digital, que ha tenido algunos detractores por su exactitud relativa. Otros modelos de la marca llevan también los indicadores de temperatura del motor y de cantidad de combustible; en cambio éste lleva agujas, lo cual se agradece por su mayor exactitud.
El interior es mucho más amplio y cómodo gracias a unas medidas mayores, cosa siempre positiva. El maletero también tiene una capacidad de 434 litros, incluso incorporando rueda de recambio, que es una gran cifra.
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