Miguel es mecánico y por eso le gusta iniciar retos de este tipo. Es más, ahora mismo tiene varios proyectos para comenzar pero su principal enemigo es el tiempo, ya que el trabajo diario le absorbe demasiado y por eso tiene que sacar momentos de sus ratos de ocio para dedicárselo a sus vehículos.
Miguel lo tiene claro: lo que más le gusta es poder hacer él mismo la restauración, o al menos es lo que más le llena de satisfacción. «Trabajas diariamente y puedes ver el fruto de tu esfuerzo; incluso cuando hay veces que parece que no adelantas nada. Pero en otras ocasiones, el paso parece gigantesco y eso es lo que realmente me gusta», señala. En este sentido, explica que no se considera un «coleccionista al uso» porque tiene varios proyectos empezados, pero sólo ha conseguido culminar la restauración de este Seat 850: «No tengo prisa por terminarlos. Poco a poco y con buena letra», agrega.
Sobre el coche, comenta que es un modelo de 1969 de dos puertas, con un toque más deportivo, ya que también existía el familiar de cuatro puertas. Este automóvil lo fabricó la española SEAT bajo licencia de la casa italiana Fiat, basándose en su popular modelo 850. Una de sus principales características era que conjugaba un precio asequible con una mayor habitabilidad que su modelo antecesor, el SEAT 600, por lo que se convirtió en uno de los referentes en la incipiente motorización de las familias españolas de clase media de la época.
DE ITALIA A ESPAÑA
Aunque fue en 1964 cuando Fiat lanzó al mercado el 850, la fabricación de su homólogo en España no comenzó hasta 1966, año en el que el nuevo modelo se presentó al público en el Salón del Automóvil de Barcelona. Exactamente durante el mes de abril se puso a la venta el SEAT 850 N, con carrocería tipo berlina. Esta primera versión tenía un motor trasero de 843 centímetros cúbicos que proporcionaba 37 CV de potencia, con el que podía alcanzar una velocidad máxima de 125 kilómetros por hora.
Al principio sólo estaba disponible la carrocería de dos puertas, pero pronto apareció una nueva versión de cuatro puertas inspirada en la del carrocero italiano Francis Lombardi, que compartía la batalla con la berlina de dos puertas. Más tarde se presentaría una nueva carrocería de cuatro puertas con diseño español, que aumentaba en longitud respecto a la berlina inicial.
En España, este vehículo alcanzó una gran popularidad, convirtiéndose en el primer automóvil del que disfrutaron muchas de las familias españolas de la época. En ciudad se comportaba con agilidad gracias a su buena maniobrabilidad, aunque en carretera adolecía de cierta falta de estabilidad, debido a su disposición ‘todo atrás' (motor trasero y tracción trasera).
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