Esta versión equipa un propulsor 2.0 litros diésel, que muestra una gran finura de funcionamiento y monta un cambio automático de 8 velocidades bastante preciso

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Hace ya prácticamente dos años que Peugeot-Citroën cerró la compra de Opel Europa por 2.200 millones de euros, un hecho muy curioso al ser el grupo PSA francés y Opel, alemán.
Esta unión ha hecho cambiar bastantes cosas en la marca alemana, como por ejemplo los motores, la mayoría de los cuales, como este mismo 2.0 CDTI, ahora pertenecen al grupo PSA. En las calidades de los interiores no se ha notado mucho el cambio respecto a la época donde Opel era una marca 100% alemana, lo cual se agradece porque era y es uno de los puntos fuertes de sus vehículos.

Tanto el Crossland como el Opel Grandland X tendrían que tener un mejor índice de ventas al ser unos modelos muy equilibrados en todos los aspectos, y por ahora ambos se han quedado a las puertas de lo que se esperaba de ellos. El Mokka X en cambio, que es un modelo más antiguo y con una habitabilidad peor, sigue teniendo mucha aceptación por parte de los clientes Opel.

Estéticamente se trata de un SUV muy interesante, con una parte delantera muy al estilo de la marca alemana, con unos faros de diseño moderno y atractivo, en los que, como ya es norma de la casa, la iluminación nocturna es casi perfecta.

En la parte trasera es quizá donde se ve más la influencia del grupo PSA, ya que los faros son más gruesos y de estética más deportiva, que recuerda un poco al 3008.

El propulsor que hemos probado en esta ocasión hace muy poco que se ha introducido en la gama y sólo para el acabado Ultimate, que es el que lleva el equipamiento más completo. Se trata de un propulsor 2.0 turbodiésel que desarrolla una potencia máxima de 180 CV.

Se trata de un propulsor que nos ha sorprendido positivamente al ser poco ruidoso y con una gran finura de funcionamiento.

Este motor 2.0 CDTi va asociado a un cambio automático de ocho relaciones que nos ha gustado mucho porque sus prestaciones son las que se necesitan en cada momento según el tipo de conducción. Para ponerle un pero es una lástima que no lleve tres modos de conducción y/o levas en el volante, con lo que se ganaría muchos enteros, además de unas mejores cifras de consumo, si bien ya son buenas de por sí.

En cuanto a prestaciones, las cifras son más que interesantes, con la deportividad que se espera de vehículos de menores dimensiones y peso. ya que acelera de forma constante, tardando 9,1 segundos para pasar de 0 a 100 Km/h y alcanza una velocidad máxima de 214 Km/h. que no está nada mal para un modelo de dimensiones y peso como este.

En la recuperación, el vehículo se muestra bastante efectivo aunque el hecho de tener 8 velocidades hace que los cambios de produzcan de forma rápida y que sea conveniente circular con marchas más bien altas para penalizar lo menos posible el consumo de combustible.

En este apartado, el motor 2.0 CDTI se muestra bastante ahorrador, según marca unos 4,9 litros a los 100 Km en un ciclo combinado, y nosotros la de 5,8 litros, que tampoco está nada mal para un vehículo de sus características.

El comportamiento en carretera, a pesar de ser un modelo bastante alto y voluminoso, ha sido muy bueno, al contar con un buen paso por curva sin que tienda a subvirar en exceso. Eso sí, ha primado la comodidad de los ocupantes a la hora de elegir suspensiones.

El interior ha sido otra de las grandes sorpresas positivas de este vehículo, ya que es un SUV muy equilibrado, con un acomodamiento de los ocupantes de las plazas posteriores mucho mejor que por ejemplo la del Mokka X, que se nota que es más pequeño que el Grandland X.

De hecho, los pasajeros de atrás tienen mucho espacio para las piernas, además de contar con un maletero generoso de 514 litros, una capacidad superior a la del Crossland en casi 100 litros.

El equipamiento de serie es de lo más completo, con todos los gadgets en seguridad que viene ofreciendo la marca alemana en sus últimos vehículos, además de la más alta tecnología y con unos materiales nobles bastante buenos.