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El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Wim Duisenberg, propuso ayer declarar el próximo 31 de diciembre día festivo en los quince países de la Unión Europea (UE) para minimizar el riesgo de que se produzcan contratiempos en el sector financiero causados por el temido «efecto 2000».

Duisenberg participó ayer en la reunión de los ministros de Finanzas de los países del euro (Euro-11) en Bruselas, donde detalló su propuesta en un documento dirigido a la presidencia alemana.

El documento afirma que el Consejo Gobernador del BCE ha llegado a la conclusión de que «para aumentar la seguridad de la transición al primer día de operaciones del año 2000 (que será el 3 de enero de ese año)» lo mejor será que todos los sistemas del sector financiero cierren y se aseguren que han tomado las medidas de seguridad oportunas.

Duisenberg reconoce que las implicaciones financieras y legales para los mercados de la decisión de suspender ese día las operaciones del sistema comunitario TARGET no son despreciables pero añade que la declaración de jornada festiva facilitará evitar algunas de las consecuencias negativas del fenómeno.

El problema del «efecto 2000» consiste en un fallo de reconocimiento por parte de los sistemas informáticos en todo el mundo, que corren el riesgo de quedarse colapsados al coincidir las dos últimas cifras del año próximo con las dos últimas del 1900.