Beber alcohol durante el embarazo es la primera causa de retraso
metal en el feto si se excluyen los casos con origen genético y, al
contrario de lo que ocurre con el tabaco, no existe ninguna dosis
mínima que se considere segura, por lo que la abstinencia absoluta
es la única vía para evitar riesgos.
«Las mujeres están mucho más concienciadas con la necesidad de
dejar el tabaco o de fumar menos durante el embarazo, pero no así
con el alcohol. Y no se dan cuenta de que es mucho peor. El alcohol
es una tragedia durante la gestación», advirtió ayer la directora
del Estudio Español sobre Malformaciones Congénitas, la profesora
de Farmacología de la Complutense María Luisa Martínez Frías.
Esta investigadora, que imparte estos días en la UIMP un curso
magistral sobre los defectos congénitos, precisó que sus datos se
refieren a probabilidades estadísticas, no a certezas absolutas
"porque no existe ningún factor de riesgo que produzca una
malformación en el 100 por cien de los fetos expuestos", pero
consideró urgente hacer este llamamiento a las mujeres.
En España, el estudio que dirige Martínez Frías con la
colaboración de 350 médicos sigue de forma sistemática los casos de
defectos congénitos desde 1976, pero no se dispone de ningún dato
estadístico sobre cómo el alcohol multiplica el riesgo de tener un
hijo deficiente metal. En EE UU, ese cálculo sí se ha hecho: uno de
cada 500 recién nacidos cuya madre bebía importantes cantidades de
alcohol durante la gestación sufre retraso mental. Esta
investigadora extiende su llamamiento a los médicos, ya que, según
explicó en rueda de prensa, ha conocido ginecólogos que dicen a las
embarazadas que el alcohol no sólo no es perjudicial, sino que en
pequeñas cantidades tiene un efecto beneficioso.
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