El Papa acusó al comunismo de haber reducido al mínimo la presencia católica.

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La estancia en la India y el largo viaje hasta Georgia han hecho mella en el estado de salud del Papa, que el lunes cogió un resfriado en el aeropuerto de Tbilisi, donde pronunció un largo discurso en presencia de Chevardnadze.

El portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, minimizó el alcance de la enfermedad del Papa, y afirmó que el Pontífice sólo está resfriado y no tiene fiebre. No obstante, Juan Pablo II ha suspendido las audiencias previstas para hoy en el Vaticano.

Juan Pablo II, en el mismo día en el que se cumple el décimo aniversario de la caída del Muro de Berlín, celebró ante varios miles de personas su primera misa en un país de la antigua URSS de mayoría ortodoxa, en la que acusó al comunismo de haber «reducido al mínimo» la presencia católica.

«El largo periodo de dominación atea ha sido una época que todos los creyentes han pagado muy caro. La comunidad católica quedó reducida al mínimo», dijo el Papa ante unas 10.000 personas, que abarrotaron el polideportivo de Tiflis para asistir al primer acto público del Pontífice en tierras ex comunistas del Cáucaso.

Estas palabras fueron la continuación de las de ayer, cuando el Santo Padre acusó al comunismo de haber intentado eliminar la religión y dijo que la caída del muro berlinés abrió la esperanza a los pueblos del Centro y Este de Europa y de la desaparecida URSS. ecuperado del enfriamiento que padeció en las últimas horas, aunque en regulares condiciones físicas, Juan Pablo II agregó que debido a esos años «hoy estáis en una situación fuertemente fragmentada, aquejada de una parte por la pobreza y por otra del consumismo secular». El Papa cree que actualmente se asiste a un proceso de globalización que tiende a infravalorar la variedad y las diferencias y que está caracterizado por nuevas formas de etnocentrismo y de excesivo nacionalismo, según dijo hoy al despedirse de Georgia.