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El Gobierno quiere limitar los derechos de los inmigrantes ilegales en materia de educación y vivienda para ampliar de esta forma las diferencias con los inmigrantes legales. Además, para tener más facilidades para expulsarlos del país, pretende ampliar el plazo para su retención y que el Ministerio de Interior asuma directamente algunas competencias hasta ahora en manos de Justicia en materia de expedición de visados.

Estos puntos serán planteados hoy por el Gobierno en la ronda de contactos que mantendrá con los portavoces de los grupos políticos para conseguir un consenso en la reforma de la Ley de Extranjería.

La reforma planteada por el Ejecutivo, que parte de las enmiendas que se introdujeron la pasada legislatura en el Senado, pero que finalmente decayeron en el Congreso, se centra en tres bloques de la vigente Ley de Extranjería. En el capítulo de derechos y libertades, se busca una mayor distinción entre los inmigrantes legales y los irregulares, con el fin de limitar a estos segundos prestaciones sociales relativas a la educación y el acceso a la vivienda. En cambio, no hay intención de modificar los derechos sanitarios (pues se entiende que son útiles para prevenir posibles enfermedades de origen subsahariano.