Don Juan Carlos, doña Sofía y la condesa viuda de Ripalda
acompañaron ayer a sus hijos en la presentación ante los medios de
comunicación de la pequeña, una niña que demostró tener una
envidiable facilidad para conciliar el sueño.
En brazos de su madre, la infanta Elena, y todo el tiempo
vigilada por su padre, Jaime de Marichalar, Victoria Federica no
abrió los ojos durante los veinte minutos que duró la comparecencia
ante cámaras, fotógrafos y periodistas. Ni los miles de flases
disparados, ni el sol de las tres de la tarde, ni las voces de sus
padres respondiendo a las preguntas, ni tampoco los alegres gritos
de su hermano Felipe interrumpieron el plácido sueño de esta niña
que ocupa el cuarto lugar en la línea sucesoria de la Corona
española.
La sesión fotográfica se efectuó en la Clínica Ruber
Internacional, en donde nació la pequeña el pasado día nueve, y
que, según la propia Infanta, abandonará hoy tras reponerse del
parto. Doña Elena informó de que será su hermano, don Felipe, y la
hermana del duque de Lugo, Ana, quienes apadrinarán a la niña, pero
no pudo decir nada de la fecha del bautizo, ya que, al parecer, aún
no está decidido.
El Rey no pudo evitar envolverse en las evoluciones de su
bullicioso nieto al que, tanto él como doña Sofía, llaman por su
tercer nombre, Froilán. El pequeño Froilán, haciendo alarde de la
simpatía que se le atribuye, demostró el influjo de su abuelo en él
cuando, al llegar al lugar del jardín en donde iban a posar, el Rey
pidió que retiraran un silla y el niño, con la característica
lengua de trapo de un pequeño de dos años, repitió varias veces
«quita la silla».
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