El tribunal tomó esta decisión pese a que los padres de las
criaturas se oponen a separarlas por razones religiosas y porque
consideran que la naturaleza debe seguir su curso.
Las niñas, nacidas en Manchester el 8 de agosto, están unidas
por el abdomen y comparten el corazón y los pulmones. Los
progenitores decidieron el pasado día 4 apelar contra la decisión
del juez británico Robert Johnson, quien el pasado 25 de agosto
autorizó a los médicos a separarlas. El Tribunal de Apelaciones
estuvo compuesto por tres jueces: Alan Ward, Henry Brooke y Robert
Walker.
Las dos pequeñas, conocidas como «Jodie» y «Mary» pero cuyos
nombres no han sido facilitados por razones legales, se encuentran
en el «Saint Mary's Hospital» de Manchester, al noroeste de
Inglaterra. Jodie es una niña sana pero su hermana Mary depende de
ella para poder respirar y mantener la función circulatoria, y vive
sólo porque está unida a su gemela.
Los médicos han advertido de que si no se interviene
quirúrgicamente, las siamesas no vivirán más de seis meses, pues el
corazón y los pulmones de Jodie no podrían soportar el esfuerzo
extra al que les obliga funcionar para las dos niñas. Al saber que
tendrían siamesas, los padres decidieron viajar al Reino Unido por
la falta de infraestructura médica en su país, la diminuta isla
mediterránea de Gozo, cercana a Malta.
Al ordenar la separación el pasado 25 de agosto, el juez Johnson
subrayó que «para Jodie, la separación supone la esperanza de una
vida normal, pero para Mary, significa la muerte». Los padres
«quieren muchísimo a sus hijas, pero las quieren por igual y no
pueden decidirse a elegir la vida de una a costa de la otra»,
explicó entonces el magistrado.
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