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La empresa Boliden-Apirsa, que explota la Mina de Aznalcóllar (Sevilla) y que hace dos años y medio provocó el vertido tóxico que amenazó al Parque Nacional de Doñana, presentó ayer un expediente de suspensión de pagos en el Juzgado de Sanlúcar la Mayor (Sevilla).

Según informó la empresa en un comunicado, las «enormes pérdidas» que arrastra, «junto a los malos resultados obtenidos durante el primer semestre del año, hacen imposible que puedan dar comienzo los trabajos para iniciar la tercera fase de explotación de Los Frailes, por lo que sólo se podrán completar las labores en curso».

La mina sevillana tiene ahora una plantilla de 474 trabajadores «que habrá que reducir, de acuerdo con los sindicatos», dijo un portavoz de la empresa, que desvinculó el accidente de hace dos años y medio con la actual situación económica de Boliden-Apirsa, que gastó 16.000 millones por la rotura de la balsa minera que produjo el vertido pero que ha invertido un total de 60.000 millones de pesetas en la explotación sevillana.

El expediente de suspensión de pagos tiene como objetivo continuar los trabajos en la corta minera denominada de Los Frailes «hasta finalizar con los trabajos que se están realizando actualmente». La empresa asegura que de este modo protege tanto a trabajadores como acreedores y se garantiza la continuación de la compañía hasta octubre de 2001, y promete que cumplirá con todos los compromisos.