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CIUDAD DEL VATICANO - EFE Juan Pablo II elogió ayer a los misioneros y les animó a trabajar por un mundo más fraterno. El Papa hizo estas declaraciones en la homilía que pronunció durante la misa solemne con la que celebró ayer en la plaza de San Pedro del Vaticano el Jubileo de los Misioneros, al que asistieron unas 75.000 personas.

Juan Pablo II dijo que la Iglesia quiere ser solidaria con las alegrías, las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de hoy, de los pobres y sobre todo de los que sufren. Agregó que por ello se acerca a las personas «con la discreción y el respeto» de quien tiene que cumplir un servicio y sabe que el primer y más grande servicio que existe es anunciar el Evangelio de Jesús y mostrar al Salvador. Tras esas palabras expresó su agradecimiento a los sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos que llevan por el mundo el Mensaje de Cristo.

«Mi pensamiento va hacia los muchos misioneros que día a día en silencio y sin apoyo anuncian y testimonian su amor por Jesús, a veces hasta dar la vida, como ha sucedido recientemente. ¡Cuántos hermanos y hermanas gastan generosamente sus energías en las zonas de avanzadillas del Reino de Dios! Son obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos que representan a Cristo, el que vino para servir. A todos animo a perseverar con confianza», dijo.

«Junto a aquellos que sufren en primera línea en las misiones debe estar todo el pueblo de Dios. Todos pueden y deben participar en la evangelización, incluso los pequeños y los enfermos y también los pobres con sus limosnas. La misión es obra de todos los cristianos, cada uno en la manera en que ha sido llamado», subrayó.