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Los llamamientos a la calma y las explicaciones sobre el peligro real en torno a la Encefalopatía Espongiforme Bovina no han sido suficientes para frenar la caída de la producción de la carne de vaca, que ha bajado un 70%. El consumo en el mercado interno es un 45% menor que antes de detectarse el caso de EEB en Galicia y las exportaciones están prácticamente paralizadas.

El riesgo real del mal de las ´vacas locas´ es muy pequeño en España. La enfermedad sólo se desarrolla en vacas mayores de dos años y el mercado español se nutre fundamentalmente de carne de ternera (menos de un año). En el caso de que el animal tuviera la enfermedad, el tejido musculoso están fuera de peligro. Además, en principio todo apunta a que la enfermedad se produce por la ingesta de harinas de origen animal que se daban a las vacas como suplemento proteínico. Aunque España quiso también darle este alimento a su ganado, los problemas logísticos se lo impidieron, por lo que se utilizó soja.

Por tanto, para que el mal de las vacas locas entre en la cadena alimenticia tiene que darse la casualidad de que la vaca no haya sido sacrificada antes de los dos años (supuesto muy improbable ya que sólo los toros de lidia cuentan con ayudas oficiales cuando han superado esa edad), tiene que ser de origen extranjero (el único caso de EEB en Galicia era una ternera con parientes austriacos) y tiene que haber burlado los controles sanitarios que se han multiplicado.