El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) estima en
un 34 por ciento la caída del consumo de carne de vacuno en España,
tras la confirmación oficial, el pasado 22 de noviembre, del primer
caso nacional de encefalopatía espongiforme bovina (EEB) o mal de
las «vacas locas». Agricultura detalló que en noviembre el consumo
descendió un 18 por ciento en relación con el mes anterior,
mientras que sobre el mismo mes de 1999 la bajada fue del ocho por
ciento; para diciembre de 2000, el MAPA prevé una bajada del
consumo del 16 por ciento sobre el mes anterior.
La Junta de Castilla y León anunció ayer la sospecha de un nuevo
caso de Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB) en una explotación
de ganado vacuno de la comarca zamorana de La Guareña, que ha dado
positivo en un primer análisis efectuado en el laboratorio de
Sanidad Animal de León. El animal, que tenía más de cinco años, fue
sacrificado y enviado al centro de transformación de Rebisa, en
León, para su destrucción.
El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Miguel Arias
Cañete, señaló ayer que la incineración de reses afectará a un
máximo de 186.000 vacas, de más de 30 meses sin hacer el
correspondiente «test» y será «una medida de saneamiento ganadero»-
que no afectará a la cabaña nacional. Arias confirmó que hay
incineradoras suficientes para las reses que se eliminarán en estos
seis meses, pero reconoció que «no hay instalaciones para gestionar
las 450.000 toneladas de harinas cárnicas que tendríamos que
destruir». Indicó que el Gobierno está preparando una Orden
ministerial para las normas sobre los enterramiento controlados y
excepcionales, aunque indicó que «nunca serán sustitutivos de las
incineraciones».
El vicepresidente primero del Gobierno, Mariano Rajoy, aseguró
que los productos cárnicos que hay en el mercado tienen actualmente
«garantías infinitamente mayores que antes», y anunció que se
doblará la aportación prevista para la renovación del Laboratorio
de Referencia de Zaragoza. Rajoy indicó que España solicitará a la
Unión Europea que no haya limitaciones en las compras públicas de
carne, que restablezca la «prima Herodes» de transformación de los
terneros y se conceda un «trato especial» al mercado de proteínas
oleaginosas y proteaginosas con las que se sustituirá la
alimentación de los animales.
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