La Iglesia Católica no habla de milagros al referirse al buen
estado del rostro del Papa Juan XXIII, 37 años después de su
muerte, según constataron las autoridades eclesiásticas del
Vaticano durante un reconocimiento del cuerpo hecho público este
fin de semana, donde se dice que está intacto.
El rostro «está íntegro, con los ojos cerrados y la boca
ligeramente entreabierta», según el informe oficial del Vaticano.
El ataúd de Juan XXIII, conocido como el «buen papa», fue abierto
el pasado 16 de enero para hacerle un reconocimiento. Actualmente
se encuentra en la cripta construida bajo la Basílica de San Pedro,
sobre los restos de una necrópolis pagana que alberga las tumbas de
papas. Juan Pablo II pidió el traslado de los restos mortales del
pontífice a la misma basílica, bajo un altar más accesible a los
fieles que quieren rezar ante su tumba, para lo cual se hizo el
reconocimiento oficial del difunto.
Fue necesario una jornada entera para realizar la operación. El
secreto fue guardado durante dos meses antes de la publicación este
fin de semana de un informe del experto legal en un boletín oficial
del Vaticano.
Los restos mortales del Papa estaban protegidos por tres
coberturas, de madera de roble, de plomo y de madera de ciprés,
para evitar la infiltración de oxígeno. Su cuerpo no había sido
embalsamado, aunque fue sometido a un tratamiento de formol para
frenar la descomposición.
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