Dolor e intimidad caracterizaron ayer en Àvila las honras fúnebres
de Amparo Illana, esposa del primer presidente de la democracia,
Adolfo Suárez, que ofició el obispo de la Diócesis, Adolfo
González, y a las que asistió un centenar de personas, entre ellas
el presidente del Gobierno, José María Aznar. Procedentes de su
domicilio en Madrid, donde falleció el jueves víctima de un cáncer,
los restos mortales de Amparo Illana recibieron sepultura a la
derecha del altar de la capilla de Mosén Rubí, en el centro
histórico de Àvila.
En medio de extremas medidas de seguridad, el cortejo fúnebre
llegó a las 18'03 horas a la puerta del jardín de la capilla,
encabezado por Adolfo Suárez del brazo de su hija Marian, que
superó un cáncer detectado un año antes que el de su madre, a
quienes recibió el obispo de Àvila. Un breve responso precedió a la
extracción del féretro desde el coche fúnebre que, portado a
hombros por familiares y amigos, fue conducido hacia el interior de
la capilla.
A Suárez y sus cinco hijos "Marian, Adolfo, Laura, Sonsoles y
Javier" les acompañaron familiares y políticos de los primeros
gobiernos democráticos. Horas antes, a mediodía, los Reyes
visitaron a Suárez para expresarle el pésame. Fuentes del Palacio
de la Zarzuela dijeron que los Reyes se trasladaron al domicilio de
Suárez nada más aterrizar en Madrid, adonde regresaron tras una
visita de Estado a Polonia.
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