El papa Juan Pablo II y los obispos del sínodo rezaron ayer «por la
paz en el mundo, amenazada por el terrorismo, y fragilizada
actualmente en todo el planeta a causa del miedo a represalias y
venganzas». El sumo Pontífice clausuró el sínodo consagrado al
«oficio» de obispo con una misa en la basílica de San Pedro,
concelebrada con unos 280 cardenales y obispos de todo el mundo que
han participado durante cerca de un mes en este encuentro en El
Vaticano.
El Papa rezó «para que los responsables de las naciones
encuentren juntos caminos de diálogo en favor de la paz mundial, y
para que tomen medidas eficaces para remediar las injusticias que
engendran y alimentan el odio y las guerras».
En un mensaje dirigido al «pueblo de Dios», los participantes en
el sínodo condenaron «de manera absoluta el terrorismo, que nada
puede justificar», pero evocaron «tantos otros males colectivos»,
subrayando que «ciertos males endémicos, largo tiempo subestimados,
pueden llevar a la desesperación a poblaciones enteras».
Pidió además a la comunidad eclesiástica que dé valor al papel
de los obispos eméritos (jubilados) y lamentó que al Sínodo
celebrado durante casi un mes no hayan podido asistir los
representantes chinos. El Papa dijo que es importante que los
obispos sean conscientes de los desafíos que la fe encuentra hoy
debido a «una mentalidad basada en criterios humanos que, a veces,
relativizan la ley de Dios».
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