Para el director de billetes en el Banco Central Europeo (BCE),
Antti Heinonen, el paso al euro representa el mayor desafío y un
examen que el instituto monetario deberá aprobar porque su balance
en materia de gestión de tasas de interés o de comunicación es
moderado después de tres años de funcionamiento. También presidente
de la Comisión Europea, Romano Prodi, opina que la entrada en vigor
del euro a partir del martes representa «un hito sin comparación en
la historia». «Nunca había ocurrido que ciertos países decidieran
conjuntamente sacrificar sus divisas nacionales para lanzar una
nueva moneda», afirmó Prodi ayer.
Acusado de haber reaccionado demasiado tarde, y tímidamente, a
la desaceleración del crecimiento europeo, de haber contribuido a
la debilidad crónica de la moneda única en el mercado de divisas,
el BCE necesita mejorar su imagen. Y el paso al euro es una
oportunidad excelente. El abastecimiento de los bancos y los
comercios, coordinado por la institución, se desarrolló sin grandes
problemas, y los europeos acogieron con satisfacción los primeros
«euromonederos». En cuanto a los temores de que aumentaran los
precios en la conversión al euro, hasta ahora no se han
materializado.
«Estamos muy bien preparados para el lanzamiento», explicó Antti
Heinonen en su oficina de la «Eurotower», el alto edificio del
centro de Francfort que alberga el BCE, adornado desde hace meses
con gigantescos billetes en euros. «La mayor parte del trabajo está
hecho», aseguró el responsable finlandés. El 70% de los 15.000
millones de billetes impresos y de los 51.000 millones de monedas
acuñadas ya han sido distribuidas. No obstante, este histórico
cambio monetario es un salto en el vacío. Unos 65 empleados del BCE
estos días directamente en la introducción del euro fiduciario, 45
en la dirección de los billetes, 13 en la campaña de información al
público y un puñado en el servicio jurídico o en el de relaciones
internacionales.
En algún momento u otro del proceso, prácticamente todos los
empleados del BCE, unos 1.000, han trabajado en algo relacionado
con el euro. Sobre todo la dirección de billetes, que supervisó
toda la fabricación. Ocho de sus miembros estarán en la oficina
mañana a medianoche, donde está prevista una pequeña recepción que
incluirá la iluminación de un euro de 15 metros de altura. «Las dos
primeras semanas constituirán el período crucial», afirmó Heinonen
nervioso. «Velaremos por que los cajeros automáticos funcionen bien
y que haya suficiente dinero donde se necesita», agregó. Los
especialistas del BCE en la lucha contra las falsificaciones de la
nueva moneda están también listos para actuar. El banco piensa
igualmente en el futuro. «Hay que empezar a pensar en mejorar» los
billetes, encontrar un papel de mejor calidad, «prolongar su
duración» y «reforzar las medidas de seguridad», explica
Heinonen.
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