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C.V./ J.M.S./L.P,/C.M./T.G./M.V. En el segundo día del euro, en algunos pueblos de la part forana de Mallorca la tónica fue la desorientación. Las entidades bancarias estaban colapsadas por gente que quería cambiar las pesetas en la nueva moneda. En algunos comercios tenían aún las dos monedas y el cliente elegía a la hora de pagar si quería hacerlo en pesetas o en euros. Si escogían esta segunda opción, el cambio tardaba un poco más en llegar. Las calculadores eran y serán el mejor aliado de muchos comerciantes y también de los clientes.

Así las cosas, la verdad es que la peseta fue la moneda predominante en la mayoría de operaciones que se efectuaron en la comarca de Manacor. La propietaria de la tienda Eden de Manacor, Joana Pascual, explicó que «la mayoría de clientes han pagado en pesetas pero nosotros les hemos devuelto el cambio en euros. Queremos adaptarnos a la nueva divisa lo antes posible». También en Manacor, las amas de casa que compran en Ca na Rovellona optaron también por la peseta en lugar de usar la moneda única europea. En los bares, las consumiciones podían pagarse en euros o en pesetas. Así sucedió en el bar El Palau de Manacor o en Can Guillem de Porreres donde las primeras devoluciones en euros eran seguidos atentamente y comentados por todos los clientes.

En los pueblos de la comarca de Inca, la vieja peseta también se resistía ayer a la aparición de la nueva divisa europea. «En toda la mañana, todavía no ha venido ningún cliente que me haya pagado con euros y la verdad, yo casi lo prefiero así». Francisca Mateu explicaba así su experiencia con la nueva moneda al frente de su puesto en el Mercat Cobert de Inca.

La mayoría de propietarios de comercios y establecimientos, en los pocos cobros que hicieron en la nueva moneda, echaban mano de las «eurocalculadoras» para tener claro el cambio que tenían que devolver. En Inca, una oficina bancaria debió cerrar durante un rato sus puertas por la gran afluencia de gente. Asimismo, en Sóller, hubo algunos problemas al solicitar la moneda europea. Las cajas no tenían suficiente dinero lo que provocó malestar.