La propuesta efectuada por el presidente estadounidense, George
Bush, para acabar definitivamente con el Protocolo de Kioto ha
suscitado vivas críticas en el interior y el exterior de su país. A
las críticas vertidas por diversas asociaciones ecologistas se
sumaron las del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), que
calificó el proyecto de Bush de «propaganda americana».
En vez de las reducciones obligatorias del 7% por debajo de los
niveles de 1990 contempladas en el Protocolo firmado por 178
países, la 'contraoferta' de Buh considera más apropiado que la
reducción de gases de efecto invernadero sea sólo del 4'5%, que sea
voluntaria para la industria, y además a cambio de beneficios
fiscales para las empresas que respeten este umbral.
Las críticas a este plan, que Bush explicó personalmente al
presidente del Gobierno, José María Aznar, en su calidad de
presidente de turno de la UE, no se han hecho esperar. Incluso en
EE UU la idea de Bush ha suscitado polémica. En palabras del
senador demócrata Joe Lieberman, «aunque para Estados Unidos sea un
paso adelante, para el resto de la Humanidad es un paso atrás».
La primera reacción exterior, como era de esperar, fue del
Gobierno japonés, que aprecia los esfuerzos de Bush pero que estos
siguen sin ser suficientes. La comisaria europea de Medio Ambiente,
Margot Wallstrom, dijo que el plan de Bush «no puede reemplazar al
Protocolo de Kioto».
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