El príncipe Felipe lanzó ayer en Oviedo un mensaje de esperanza en
el futuro, y expresó su deseo de que los Premios Príncipe de
Asturias «sean la voz de quienes tantas veces no la tienen». En el
discurso que pronunció tras entregar los ocho galardones de este
año, don Felipe planteó con claridad el contenido social que desea
que sea la orientación de estos premios que cumplen este año su
vigésimo segunda edición.
«Anhelamos que nuestros premios sean la voz de quienes tantas
veces no la tienen, la voz de los abandonados, la de los que sufren
injusticias, la de los que defienden la libertad y son perseguidos
por defenderla», afirmó el Príncipe. «No queremos renunciar a la
esperanza, a seguir creyendo», dijo don Felipe tras manifestar su
fe «en que es posible un mundo más justo y fraternal, libre de
terror y de los fanatismos». Abundó el Príncipe en las ideas que
han de orientar el futuro de estos Premios al añadir que su deseo
es que «sirvan de ejemplo para toda la sociedad, especialmente para
nuestra juventud, a la que nunca olvidamos».
Don Felipe relató en sus palabras los grandes avances que la
sociedad ha ido alcanzando, pero advirtió de que, paralelamente «y
con evidentes dimensiones globales, se alzan la pobreza, el hambre
y la emigración masiva e incontrolada». Esos problemas, unidos a
«la ignorancia, el fatalismo y el terror, en formas nuevas,
diversas y destructoras», suponen «los grandes desafíos de nuestro
tiempo». Ante esta situación, «las puertas de la esperanza siguen
abiertas» para alcanzar un mundo nuevo que «inevitablemente tendrá
que ser regido por una ética global» que una a todos los pueblos,
destacó el Príncipe.
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