En Tudela el agua llegó a alcanzar los bajos de las viviendas.

TW
0

La gran crecida del Ebro obligó ayer a ordenar el desalojo de las localidades zaragozanas de Pradilla y Alcalá, cuyos municipios están anegados, mientras que el Gobierno de Aragón decretó la máxima alerta ante una situación que se califica de excepcional.

Para la evacuación se dispusieron autobuses, que comenzaron a salir con algunos vecinos que no disponían de medios propios a las 15.30 horas, hacia la vecina localidad de Tauste, donde pasaron la noche en casas de familiares y amigos o en instalaciones, como un polideportivo, preparadas para acogerlos.

El secretario de Estado de Aguas, Pascual Fernández, que visitó ayer la población de Novillas y la ribera, reconoció que se ha producido una situación «excepcional», porque a la primera avenida le sigue otra con un volumen ligeramente inferior.

La punta de la avenida entrará en Aragón por el municipio de Novillas en las próximas horas cuando se espera un volumen de 3.200 metros cúbicos por segundo y veinte horas después llegará una segunda con un volumen inferior a la primera.

La cresta de la crecida, indicó en una conferencia de prensa, se dirigirá posteriormente hacia Pradilla (23.00 horas); Alcalá de Ebro (02.00 de la madrugada); Cabañas de Ebro (03.45) para llegar a la capital aragonesa a las 15.00 de hoy con un caudal de 3.000 metros cúbicos por segundo y una altura máxima de 5,77 metros.

Los problemas más graves afectan a Pradilla, que se encuentra por debajo del nivel del río, en la que durante todo el día maquinaría pesada y camiones estuvieron trabajando para reforzar los diques y disponer muros de contención para evitar la inundación de este pequeño núcleo, que está a unos 40 kilómetros de Zaragoza.

A primeras horas de la tarde, el alcalde, Luis Eduardo Moncín, ordenó mediante un bando el desalojo del pueblo de modo «inmediato», a sugerencia de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) y tras una reunión mantenida por el presidente del Gobierno de Aragón, Marcelino Iglesias, con los alcaldes de las poblaciones afectadas.

La Guardia Civil se ha hecho cargo de la seguridad de las localidades y de los bienes de los vecinos, a los que se les recomendó llevar la documentación, ropa de abrigo, su medicación, y desconectar la electricidad, el gas y el agua de sus domicilios, así como asegurar puertas y ventanas.