Los jóvenes creadores cerraron ayer la XXXVII edición de la
Pasarela Cibeles con una apuesta por rescatar para el próximo
otoño-invierno el armario de los 40 y 50, por reconstruir desde la
modernidad los patrones clásicos y el juego entre la naturalidad y
la sofisticación.
El malagueño David Delfín abrió la jornada con una colección en
la que predominaron los aires de cacería y las referencias a la
muerte y al cine de terror como metáfora de la vida y del cambio,
en una propuesta con la que el diseñador olvidaba la polémica que
desató el año pasado en esta misma pasarela, cuando sus modelos
desfilaron con sogas al cuello y «burkas» árabes. «Transtornados»,
de los canarios Enrique García y Paco Navarro, presentó una
colección en la que destacaron los grises con toques amarillos o
rosas chillones, en faldas y vestidos a media rodilla y, a veces,
decoradas con puntos o incluso palmeras.
Ana González y Óscar Benito, unidos bajo la firma «Locking
Shocking» que el año pasado ganó el premio L'Oreal a la mejor
colección, propusieron un regreso al periodo de entreguerras de los
años 40, cuando el día era para la sobriedad y la noche para la
fantasía. A años posteriores y más alegres se remitió Alma Aguilar,
quien rescató los años dorados para la alta costura que fueron los
50 y 60, cuando cada prenda «era especial tanto para el que la
hacía como para el cliente». Jorge Vázquez propuso para el armario
la estética retro con una colección elegante, que recupera la
sofisticación de la alta costura. Resaltaron los estampados de
rayas anchas y cuadros escoceses.
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