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EFE-GINEBRA
Diariamente, más de 6.000 niños mueren porque no tienen acceso al agua potable, dijo ayer en Ginebra el secretario de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, Didier Cherpitel, en vísperas del III Foro Mundial del Agua que se inicia este domingo en Tokio. Cherpitiel resumió la gravedad de la situación señalando que en los ocho días que durará el encuentro internacional, 48.000 niños habrán muerto por la falta de agua, de saneamiento adecuado y por una higiene precaria. A este cuadro se suman las estadísticas que indican que cuatro millones de personas mueren cada año de enfermedades relacionadas con el agua y 1.000 millones no tienen acceso regular a un punto de suministro de agua potable.

Por otra parte, el relator de la ONU sobre el derecho a la alimentación, el suizo Jean Ziegler, aboga por la protección del derecho al agua potable en su informe a la Comisión de Derechos Humanos. Más de mil millones de personas no tienen actualmente acceso al agua potable, hecho dramático que se suma a la existencia de más de ochocientos millones de hambrientos en el mundo, según ha señalado el propio secretario general de la ONU, Kofi Annan.

El problema del acceso a este recurso, particularmente en situaciones de conflicto armado, ha sido puesto de relieve en las últimas semanas por las agencias humanitarias de Naciones Unidas, que preparan planes de contingencia ante una posible guerra en Irak. El representante de la Federación Internacional reveló que si los gobiernos no realizan esfuerzos concretos para resolver el problema del acceso al agua, el número de personas que no disponen de este recurso podría dispararse en los próximos años y llegar a 5.000 millones en el año 2050. Paralelamente al Foro Mundial del Agua, la organización humanitaria celebrará una reunión de sus expertos en agua y saneamiento de todo el mundo. «Nuestra principal preocupación será encontrar los medios de ampliar nuestros programas de base comunitaria en América Latina, Africa y Asia», informó Uli Jaspers, jefe de Agua y Saneamiento de la Federación. Actualmente, un millón de personas de comunidades pobres y damnificadas por desastres se benefician de los suministros de agua a cargo de la Federación.

El derecho al agua no significa que «haya que regalar el agua a todo el mundo», afirma Ziegler, sino que implica «la obligación de respetar, proteger y hacer realidad» ese derecho. Los estados deben evitar interferir directa o indirectamente en que los individuos y las comunidades disfruten de ese derecho e impedir también que lo hagan terceros. Al mismo tiempo, los estados deben tomar medidas para facilitar el disfrute de tal derecho y educar a los ciudadanos sobre el uso higiénico del agua, la protección de las fuentes y los métodos para minimizar el despilfarro.