«Miedo a la muerte no, pánico», entonces y ahora, es lo que sintió
Raphael cuando los médicos le dijeron que la situación era grave y
que había que proceder al trasplante. Un momento que, cuando le
anunciaron había llegado, intentó retrasar por todos los medios,
hasta que Natalia Figueroa y sus hijos se plantaron y no le quedó
más remedio que obedecer. «Se pasa muy mal, porque no sabes si vas
a salir o no», reconocía el cantante jienense.
Sonriente, feliz, emocionado, hasta el punto de que sus ojos se
humedecían en algunos momentos, Raphael citó a la prensa para
mostrar que su estado de salud es «estupendo» y que su humor es el
de siempre. «El día que lo pierda será el comienzo del fin»,
comentó.
Pero sobre todo, Raphael quiso expresar su profundo
agradecimiento a los médicos que han hecho posible el trasplante
-el doctor Vicente Estrada, su médico personal durante 35 años, y
el doctor Enrique Moreno, que estuvo al frente del equipo que
realizó la operación en el Hospital 12 de Octubre de Madrid-, a la
familia del donante y a las 48 personas, amigos unos, desconocidos
otros, que se prestaron a diferentes pruebas para ver si era
posible el trasplante.
Agradecimiento a sus amigos, a su público, de dentro y fuera de
España, que durante semanas se ha interesado por su estado de salud
y le ha hecho llegar su cariño y admiración, a los medios de
comunicación y, sobre todo, agradecimiento a su esposa, Natalia
Figueroa, «mi enfermera en jefe», sus tres hijos, su yerno y su
nuera.
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