29/03/04 0:00
MADRID. EFE.
Decenas de voluntarios y heridos en los atentados del pasado 11 de
marzo se buscan ahora en Internet para saber qué ha sido de las
personas que sacaron del vagón o acompañaron al hospital o para
agradecer el gesto de quien les socorrió en el primer instante. En
la página web decenas de
voluntarios y heridos en los atentados del pasado 11 de marzo se
buscan ahora en Internet para saber qué ha sido de las personas que
sacaron del vagón o acompañaron al hospital o para agradecer el
gesto de quien les socorrió en el primer instante. En la página
web, creada de forma desinteresada por dos amigos días después de
los atentados, numerosas personas se describen a sí mismas y la
ropa que llevaban ese día y narran lo poco que recuerdan sobre los
rasgos de la persona que les atendió o a la que atendieron con la
esperanza de ponerse en contacto. Predominan los voluntarios, geste
que viajaba en los vagones, que pasaba cerca de las vías o que
incluso bajó de su casa a la calle para echar una mano a los
heridos y que ahora quieren saber cómo se encuentran las personas a
las que socorrieron. Es el caso de José, que estaba en uno de los
vagones del tren que explotó en la calle Téllez y que recuerda que
asistió a un señor de unos 50 años que sangraba por el costado
izquierdo y «tenía frío»; o de una mujer que no deja de «pensar en
Susana», una joven delgada que sangraba por la boca y que había
perdido las gafas y los zapatos. También ha escrito su historia
Hipólito, que bajó de su casa, saltó las vallas para llegar a las
vías y tapó con su abrigo a un hombre que había perdido los
pantalones antes de acompañarlo a los cuarteles Daoiz y Velarde,
donde se instaló un hospital de campaña, o un policía municipal que
trasladó en el coche patrulla al Gregorio Marañón a una mujer
herida internamente que llevaba «un bolso negro con un bordado de
una flor negra en cuero». Tierno es el relato de Nieves, que cuenta
como a través de su móvil pudieron hablar con su familia varios de
los heridos, o de José María, que viajaba en el penúltimo vagón del
tren que explotó en la calle Téllez y se acuerda de una mujer
embarazada de media melena. Los heridos tampoco pueden olvidar esa
primera mano que se les tendió. Alfredo, en nombre de su hermana
María, describe minuciosamente al joven de ojos claros y chándal
que le ayudó a salir del vagón cuando no se podía mover, y Carolina
recuerda a la chica que la cogió «a caballito» y la sacó de las
vías de la calle Téllez cuando estaba sentada sin, creada de forma
desinteresada por dos amigos días después de los atentados,
numerosas personas se describen a sí mismas y la ropa que llevaban
ese día y narran lo poco que recuerdan sobre los rasgos de la
persona que les atendió o a la que atendieron con la esperanza de
ponerse en contacto. Predominan los voluntarios, geste que viajaba
en los vagones, que pasaba cerca de las vías o que incluso bajó de
su casa a la calle para echar una mano a los heridos y que ahora
quieren saber cómo se encuentran las personas a las que
socorrieron. Es el caso de José, que estaba en uno de los vagones
del tren que explotó en la calle Téllez y que recuerda que asistió
a un señor de unos 50 años que sangraba por el costado izquierdo y
«tenía frío»; o de una mujer que no deja de «pensar en Susana», una
joven delgada que sangraba por la boca y que había perdido las
gafas y los zapatos. También ha escrito su historia Hipólito, que
bajó de su casa, saltó las vallas para llegar a las vías y tapó con
su abrigo a un hombre que había perdido los pantalones antes de
acompañarlo a los cuarteles Daoiz y Velarde, donde se instaló un
hospital de campaña, o un policía municipal que trasladó en el
coche patrulla al Gregorio Marañón a una mujer herida internamente
que llevaba «un bolso negro con un bordado de una flor negra en
cuero».
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