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OTR/PRESS-EL VATICANO
El papa Juan Pablo II presidió el tradicional Vía Crucis nocturno del Viernes Santo alrededor del Coliseo de Roma, marcado por las excepcionales medidas de seguridad tomadas ante el temor de posibles atentados.

El anciano Papa, que cumplirá 84 años en mayo y que desde hace un año se mueve sobre una suerte de trono con ruedas por la enfermedad de parkinson, llegó en automóvil hacia las 21.00 horas al Coliseo, el célebre monumento romano, escoltado de forma discreta por agentes italianos.

El Vaticano eligió este año para cargar con la cruz durante el Vía Crucis a personas que proceden de lugares del mundo donde se ha vivido y se vive el sufrimiento. De ahí que entre los «cirineos» elegidos se encontrara una joven de Madrid, Raquel Rivera, en recuerdo a las víctimas de los atentados del 11 de marzo, un franciscano procedente de Tierra Santa y una mujer de Burundi.

Ayer sábado, el Papa celebró frente a la basílica de San Pedro la ceremonia de la vigilia de Pascua, y hoy domingo oficiará la misa de Pascua.

Excepcionales medidas de seguridad fueron establecidas por las autoridades italianas ante el temor de que Roma sea blanco de acciones terroristas. Unos 19.000 agentes y 4.000 militares garantizarán la seguridad de toda la península durante estos tres días.

Por la tarde del Viernes Santo, ante cerca de 5.000 peregrinos y religiosos de todo el mundo, el Papa oró en la basílica de San Pedro como todos los años por el pueblo judío durante la liturgia.

Por tercera vez en 25 años de pontificado, Juan Pablo II se limitó a presidir desde la terraza imperial del Palatino la tradicional procesión con antorchas alrededor del Coliseo romano y no cargó la cruz, como lo hacía en el pasado.

Este año fueron escogidos para cargar la cruz, que pesa 3,5 kilos, una joven española de Madrid, un franciscano procedente de Tierra Santa y una religiosa de Burundi, quienes representan las tragedias que acosan al mundo.