La misa del Domingo de Resurrección se celebró en medio de fuertes,
pero discretas, medidas de seguridad puestas en marcha por las
autoridades italianas ante el temor a atentados terroristas.
Juan Pablo II expresó también su solidaridad para los familiares
de las numerosas víctimas de la violencia y abogó para que la
«tentación de la venganza» dé paso a la «valentía del perdón».
El anciano Pontífice hizo estas manifestaciones durante su
esperado Mensaje Pascual, que pronunció en la plaza de San Pedro
del Vaticano, ante varias decenas de miles de personas y que fue
transmitido en directo por 84 canales de televisión de 53
países.
Para entrar en la plaza, los fieles tuvieron que hacer largas
colas y pasar por detectores de metales. Los bolsos, mochilas y
otros objetos fueron controlados minuciosamente.
Numerosos policías controlaron los accesos al Vaticano, donde el
ambiente, a pesar de estar blindado, era festivo y bullicioso.
«En este día de tu triunfo sobre la muerte, que la humanidad
encuentre en ti, Señor, la valentía de oponerse de manera solidaria
a tantos males que nos afligen. Que encuentre la fuerza para hacer
frente al inhumano y por desgracia extendido fenómeno del
terrorismo, que niega la vida y vuelve perturbada e insegura la
existencia cotidiana de tanta gente trabajadora y pacífica»,
dijo.
El Obispo de Roma, que presentaba buen aspecto tras una semana
de largas ceremonias y hablaba con voz fuerte, hizo votos para que
la sabiduría de Dios ilumine a los hombres «en el compromiso
inevitable» contra la plaga del terrorismo.
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