Cuenca, Albarracín (Teruel), la capital del Ebro y Sos del Rey
Católico (Zaragoza) han sido los primeros hitos de la luna de miel
de los príncipes de Asturias, que ayer hicieron cerca de 400
kilómetros en busca de lugares del Patrimonio Histórico, en medio
del entusiasmo popular.
Aunque el viaje comenzó con relativa tranquilidad, su llegada a
Albarracín pero, especialmente, a Zaragoza provocó un «delirio»
popular que hizo pasar a los Príncipes y a los escoltas que les
acompañan algunos apuros para no ser derribados por la
multitud.
Tras dormir el domingo en el Parador Nacional de Cuenca, don
Felipe y doña Letizia visitaron, durante quince minutos, la
catedral y una parte del casco histórico en medio de continuas
muestras de afecto y peticiones de autógrafos.
A las 11.40 abandonaron, a bordo de un coche conducido por el
propio Príncipe y escoltado por miembros de su servicio de
seguridad, la capital conquense con dirección a la localidad
turolense de Albarracín, a unos 100 kilómetros. Pasada la una de la
tarde llegaron a esa localidad, declarada Monumento Nacional y con
cerca de mil habitantes, donde permanecieron dos horas y media y
recibieron las calurosas felicitaciones de los numerosos vecinos
que salieron a su paso.
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