Los príncipes de Asturias llegaron a Petra a las cinco de la tarde
para observar de cerca las famosas ruinas nabateas, que recorrieron
a pie durante una hora y media. Visitaron sus numerosos templos y
palacios labrados en la roca.
Cogidos de la mano y vestidos con ropa y zapatillas deportivas,
la pareja se mezcló entre los turistas que admiraban los templos
nabateos de Petra, aunque seguidos por los numerosos periodistas
posaron también para ellos entre las ruinas y la vistosidad de los
camellos que hacen el camino hacia Petra.
El Príncipe, que llevaba la cámara de fotos al hombro, tomó
muchas instantáneas de su esposa buscando el ángulo adecuado y más
vistoso para plasmar los principales rincones históricos. Doña
Letizia también quiso tomar algunas fotos de recuerdo.
Para esta visita turística, la princesa Letizia usó un atuendo
muy deportivo y cómodo, con pantalón de algodón de rayas y camisa
de lino blanca. También llevaba una guía sobre la historia de esta
ciudad, Patrimonio de la Humanidad.
Felipe de Borbón, con vaqueros y camisa a cuadros, charlaba con
el guía local, que le daba todo tipo de explicaciones sobre la
historia de esta ciudad.
Los Príncipes quisieron que su visita fuera a última hora de la
tarde, para evitar el intenso calor que domina en este lugar
enclavado en mitad del desierto jordano. Petra, una ciudad nabatea
que alcanzó su máximo esplendor en los siglos I y II después de
Cristo y que era un paso comercial clave con la Península Arábiga
en el comercio de las especias, es hoy la atracción turística por
excelencia de Jordania.
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