Una vista general de la sala del Capitolio desde donde se trasladó el féretro a la Catedral Nacional.

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Estados Unidos dio en Washington, ayer una ciudad paralizada y gris, el último adiós a Ronald Reagan en un funeral de Estado que congregó a varios de los protagonistas de los grandes cambios del final del siglo XX.

El féretro llegó a la Catedral procedente del Capitolio. El féretro fue transportado hasta el interior del templo por ocho representantes de las Fuerzas Armadas de EEUU y seguido de cerca por Nancy Reagan.

Nancy recorrió el pasillo de la Catedral detrás del féretro del brazo del general Galen Jackman, hasta que el presidente George W. Bush la recibió en la nave central y la acompañó hasta su puesto, en el primer banco.

En el templo se dieron cita 2.100 personas que representan el presente y el pasado de EEUU y de parte del mundo.

Estaban los cuatro ex presidentes de EEUU y sus esposas -Bill y Hillary Clinton, George y Barbara Bush, Jimmy y Rosalin Carter, y Gerald y Betty Ford-, así como algunos de sus grandes amigos y representantes de los gobiernos de buena parte del mundo. El príncipe Carlos de Inglaterra; la primera dama de México, Marta Sahagún, y Caroline Kennedy, la única superviviente de la familia directa del presidente John Fitzgerald Kennedy, y el ex primer ministro canadiense Brian Mulroney, entre otros.

Margaret Thatcher, de riguroso luto e impecablemente tocada con un sombrero negro, no pronunció palabra en vivo -sus médicos se lo han prohibido tras la serie de pequeños derrames sufridos el pasado año- pero se dirigió a los congregados en un vídeo en el que se refirió a su «querido amigo» como «el hombre que ganó la Guerra Fría sin disparar un tiro». Por su parte, Bush dijo durante el funeral que «creía que Estados Unidos no era sólo un lugar en el mundo, sino que era la esperanza del mundo».