Reconstrucción del «Pierolapithecus» y el fósil hallado.

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Un fósil de 13 millones de años descubierto por paleontólogos catalanes está considerado el último antepasado común de los grandes antropomorfos vivientes, incluido el hombre, y su hallazgo permite obtener información sobre un periodo muy desconocido por la escasez de restos.

Hasta ahora, las pruebas fósiles de este período, el Mioceno Medio, eran escasas y los investigadores han buscado durante mucho tiempo a los antepasados de los grandes simios que emergieron tras esta separación.

Investigadores del Instituto de Paleontología Miquel Crusafont de Sabadell dieron ayer a conocer en Barcelona su último trabajo sobre el hallazgo de este fósil, un esqueleto parcial de un varón joven.

El responsable del equipo de científicos que ha realizado este trabajo, el paleontólogo Salvador Moyá-Solá, destacó que el primer hallazgo de estos restos, realizado en diciembre de 2002 en un yacimiento de Hostalets de Pierola (Barcelona), ha permitido identificar una nueva especie de antropomorfo de España, «Pierolapithecus catalaunicus».

El esqueleto parcial hallado en Hostalets, que recibe el nombre de Pau, data de hace trece millones de años, periodo del que se desconocía casi todo hasta ahora por la falta de restos significativos, por lo que este hallazgo permite avanzar en el estudio de la evolución de los primates.

Pau tenía rígida la parte inferior de la espina dorsal y otras adaptaciones, lo que le permitía trepar a los árboles y demuestra una evolución hacia la posición erguida, lo que no significa que caminara a dos patas. La curvatura de las costillas, la forma de la clavícula y la situación de los omoplatos, así como las características de los huesos de las muñecas permiten llegar también a la conclusión de que tenía una habilidad especial para trepar, lo que enlaza esta especie con los grandes antropomorfos modernos, incluido el hombre.

El cráneo de Pau era también similar al de los grandes simios antropomorfos, con la cara relativamente corta y la estructura de la parte superior de la nariz en el mismo plano que los ojos.

No obstante, también se aprecian en él rasgos más primitivos similares a los del mono como la cara en pendiente y los dedos cortos de los pies y manos, lo que Moyá-Solá y su equipo creen que es señal de que varios rasgos surgieron por separado y quizá más de una vez en la evolución de los simios.

Se cree que los grandes antropomorfos, que incluyen orangutanes, chimpancés, gorilas y humanos, se originaron a partir de los simios antropomorfos menores, grupo que contiene gibones y siamangs modernos, hace entre unos 11 a 16 millones de años.

«La importancia de este nuevo fósil es que, por primera vez, todos los rasgos clave que definen a los grandes simios modernos están bien conservados», ha asegurado Moyá-Solá.

El ejemplar descubierto era un macho, pesaba unos 35 kilos, medía entre uno y 1,20 metros, y por la forma de los dientes, comía frutas, aunque también podía alimentarse de insectos y vertebrado pequeño.