Los diputados franceses debatieron ayer una proposición de ley
consensual que, sin legalizar la eutanasia, permite «dejar morir» a
los enfermos sin esperanza de curación o en fase terminal, una
especie de tercera vía en esta delicada cuestión.
Respetar la voluntad del enfermo, evitar la «obstinación
irracional» en ciertos tratamientos médicos y luchar contra el
sufrimiento: Son los tres pilares del proyecto de ley sobre el fin
de la vida, cuyo voto unánime está previsto el martes próximo.
«Esta ley constituirá un progreso para los enfermos y los
profesionales de la sanidad. Los enfermos estarán tranquilos al
saber que nadie se ensañará inútilmente para mantenerles en vida a
cualquier precio», destacó Jean Leonetti, ponente de la futura
norma y presidente de la misión informativa parlamentaria que la
gestó.
Una misión que nació el 15 de octubre de 2003, 19 días después
de la muerte asistida de Vincent Humbert, un joven de 23 años,
tetrapléjico y símbolo en Francia del llamado «derecho a
morir».
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