Donald Beardslee, considerado culpable del asesinato de dos mujeres, en 1981, se convirtió ayer en el primer ejecutado en los tres últimos años en California
La ejecución por inyección letal de Beardslee, un veterano de la Fuerza Aérea de EEUU de 61 años, se llevó a cabo en la tristemente célebre prisión de San Quintín, al norte de San Francisco. Las autoridades le declararon muerto a las 08.29 GMT del miércoles.
El gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, le había negado el perdón unas horas antes. «No creo que las pruebas presentadas justifiquen la clemencia en este caso», señaló Schwarzenegger el martes por la tarde.
El ex actor Schwarzenegger también negó hace un año el perdón a otro preso condenado por la muerte de cuatro personas en 1983.
Unas horas antes de morir, Beardslee dedicó a través de su abogado unas palabras de agradecimiento para las cerca de 300 personas que se manifestaron a las puertas de la prisión
Sus abogados habían alegado que cuando disparó a Stacey Benjamin, de 19 años, y ahogó a Patty Geddling, de 23, el condenado padecía una enfermedad mental agravada por daños en el cerebro.
Beardslee, que estaba en aquel momento en libertad condicional por su posible participación en otro homicidio, se confesó culpable de ambos asesinatos y fue sentenciado a la pena de muerte en 1984.
California es el estado de EE UU con más presos -un total de 640- en el corredor de la muerte, pero raramente administra la pena.
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