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JUAN LARA-ROMA
El Papa Juan Pablo II fue dado de alta ayer y descansa ya en El Vaticano, tras dejar el Policlínico Gemelli de Roma, donde estuvo ingresado durante nueve días aquejado de una crisis respiratoria aguda. El Pontífice, que parecía muy cansado, llegó al Vaticano a las 19.36 horas, un cuarto de hora después de abandonar el «Gemelli», donde fue despedido por centenares de personas y el personal médico que le ha cuidado.

El «papamóvil» en el que se trasladó entró en El Vaticano por el Arco de las Campanas, tras atravesar la Plaza de San Pedro, bellamente iluminada. Varios centenares de personas, entre ellas numerosas monjas y niños con sus padres, le acogieron con aplausos. Después, el Papa se dirigió a su apartamento en el tercer piso del Palacio Apostólico.

Aunque según informó ayer su portavoz, Joaquín Navarro Valls, el Papa está deseoso de retomar su trabajo, se espera que los próximos días los dedique a descansar, aprovechando que está próxima semana tiene previsto retirarse en ejercicios espirituales con motivo de la Cuaresma. No se descarta que Juan Pablo II reaparezca de nuevo en público este domingo para el rezo del Angelus.

Fuentes vaticanas dijeron que seguramente se limitará a impartir la bendición apostólica y que lo hará detrás de los cristales de su ventana, para evitar un nueva recaída, por el frío y el riesgo que aún representa la gripe en Roma. Con su regreso al Vaticano concluye su octava hospitalización en el «Gemelli», al que llama su «tercera casa», tras El Vaticano y Castel Gandolfo, por las veces que estuvo allí.

En sus 26 años de Pontificado, Karol Wojtyla ha pasado 146 días hospitalizado en el «Vaticano III», como también lo llama. Juan Pablo II fue ingresado en el «Gemelli» a las 22.50 horas del 1 de febrero aquejado de una laringotraqueítis aguda, asociada al proceso gripal que sufría desde hace tres días y que le provocó una crisis de laringoespasmo. Inmediatamente fue sometido a terapias de asistencia respiratoria que permitieron la estabilización del cuadro clínico. Navarro dijo al día siguiente que evolucionaba satisfactoriamente y que los parámetros cardio respiratorios estaban dentro de los límites de la normalidad. El Pontífice, no obstante, seguía con fiebre.