El «papamóvil» en el que se trasladó entró en El Vaticano por el
Arco de las Campanas, tras atravesar la Plaza de San Pedro,
bellamente iluminada. Varios centenares de personas, entre ellas
numerosas monjas y niños con sus padres, le acogieron con aplausos.
Después, el Papa se dirigió a su apartamento en el tercer piso del
Palacio Apostólico.
Aunque según informó ayer su portavoz, Joaquín Navarro Valls, el
Papa está deseoso de retomar su trabajo, se espera que los próximos
días los dedique a descansar, aprovechando que está próxima semana
tiene previsto retirarse en ejercicios espirituales con motivo de
la Cuaresma. No se descarta que Juan Pablo II reaparezca de nuevo
en público este domingo para el rezo del Angelus.
Fuentes vaticanas dijeron que seguramente se limitará a impartir
la bendición apostólica y que lo hará detrás de los cristales de su
ventana, para evitar un nueva recaída, por el frío y el riesgo que
aún representa la gripe en Roma. Con su regreso al Vaticano
concluye su octava hospitalización en el «Gemelli», al que llama su
«tercera casa», tras El Vaticano y Castel Gandolfo, por las veces
que estuvo allí.
En sus 26 años de Pontificado, Karol Wojtyla ha pasado 146 días
hospitalizado en el «Vaticano III», como también lo llama. Juan
Pablo II fue ingresado en el «Gemelli» a las 22.50 horas del 1 de
febrero aquejado de una laringotraqueítis aguda, asociada al
proceso gripal que sufría desde hace tres días y que le provocó una
crisis de laringoespasmo. Inmediatamente fue sometido a terapias de
asistencia respiratoria que permitieron la estabilización del
cuadro clínico. Navarro dijo al día siguiente que evolucionaba
satisfactoriamente y que los parámetros cardio respiratorios
estaban dentro de los límites de la normalidad. El Pontífice, no
obstante, seguía con fiebre.
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