Vista general de la asamblea plenaria de obispos, que se inició ayer en Madrid.

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El presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco podría renovar su mandato por un tercer trienio, así lo afirmó en las conclusiones de su mensaje en la Asamblea Plenaria que se celebra «bajo el signo de la continuidad» y de «la renovación institucionales de nuestra joven Conferencia», y agregó que los horizontes pastorales son amplios y los retos «no son de menor cuantía».

Se refirió también a la reciente visita «ad límina» a Roma que sólo han podido realizar algunos obispos por la enfermedad del Pontífice, del que Rouco dijo «hemos podido comprobar personalmente una vez más como Juan Pablo II gasta y desgasta su vida en aras del ministerio que se le ha confiado con una entrega completa y conmovedora».

Se refirió también al final de su discurso a la conmemoración de los atentados del 11-M para decir que «el flagelo inhumano del terrorismo -cualquier terrorismo- debe desaparecer».

El cardenal y arzobispo de Madrid comenzó sus palabras glosando los inicios de la creación de la Conferencia Episcopal, proceso que se inició el 30 de abril de 1965, cuando los obispos españoles se reunieron en Madrid bajo la presidencia del cardenal arzobispo de Toledo, Enrique Pla y Deniel para aprobar el primer texto de Estatutos de la futura Conferencia. La Constituyente se reunió en Madrid el 26 de febrero del año siguiente, con la presencia de setenta obispos que aprobaron los Estatutos. Desde entonces, agregó el cardenal, «la regularidad institucional ha sido la tónica constante en la vida de nuestra Conferencia. Las elecciones a las que procederemos constituirán, sin duda, con la ayuda de Dios, un paso más en la consolidación del espíritu de activa, serena y gozosa colegialidad que ha alentado toda la historia de la Conferencia».

En este contexto aludió al discurso del Papa a los primeros obispos españoles en visitarle, entre ellos Rouco, que motivó que el Ministerio de Asuntos Exteriores llamara a consulta al nuncio Manuel Monteiro. El Santo Padre, dijo el cardenal, hizo referencia a la «difusión en España de una mentalidad inspirada en el laicismo. No se trata, agregó, de algo presente sólo en nuestra sociedad, sino de un fenómeno preocupante que afecta de uno u otro modo a las sociedades llamadas occidentales».