Monseñor Ricardo Blázquez, momentos antes de la rueda de prensa que ofreció tras ser elegido presidente de la Conferencia Episcopal Española.

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La Conferencia Episcopal Española tiene un nuevo presidente para el período 2005-2008. El obispo de Bilbao, monseñor Ricardo Blázquez Pérez, fue elegido por mayoría simple, con 40 de los 76 votos de la Asamblea. Sustituye de esta manera a monseñor Rouco Varela, que se quedó a un voto de ser reelegido para un tercer mandato. El arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares Llovera, fue elegido vicepresidente. Tras su nombramiento, Blázquez trasladó al Gobierno su voluntad de cooperación en los diferentes asuntos de la agenda política que afecta a la Iglesia católica y manifestó su compromiso para que desaparezca la violencia en el País Vasco.

Fuentes de la Conferencia Episcopal ven en este giro un gesto de castigo hacia el arzobispo de Madrid por su afinidad con la política del PP y su exceso de protagonismo, frente a la independencia de los obispados. Fuentes de la CEE consideran a Blázquez una persona de buena relación con el socialismo católico.

Los obispos vascos y catalanes han sido decisivos en la elección de Blázquez como nuevo presidente del órgano de Gobierno de la Iglesia. Según él mismo confesó, su elección ha sido una sorpresa puesto que su antecesor en el cargo, Antonio María Rouco Varela, se quedó a sólo un voto de renovar mandato.

También se dice de Blázquez que tiene buena sintonía con el nacionalismo vasco, por ocupar la diócesis de Bilbao, pese a que en el momento de hacerse cargo de la mismo se desató una tormenta política en el País Vasco. La llegada de «ése tal Blázquez» fue vista como «una actuación política» de la Jerarquía eclesiástica contra el nacionalismo.

Durante la rueda de prensa tras su nombramiento, Blázquez subrayó su amistad con el anterior presidente, de quien fue obispo auxiliar en Santiago de Compostela, además de coincidir como colegas en la Universidad de Salamanca.