El Papa se asomó ayer a la ventana de su apartamento que da a la
plaza de San Pedro para saludar y bendecir, aunque no pronunció
palabra alguna, a los fieles presentes, que respiraron aliviados al
ver de nuevo al Pontífice, que sigue presentando aspecto débil y de
sufrimiento.
Aunque la imagen que se vio en la brevísima aparición fue la de un
Papa que sigue estando muy débil, con la cara y el cuerpo muy
rígido (según se percibió cuando se retiraba de la ventana), la
aparición tranquilizó, al menos en parte, a los fieles y a la
opinión pública después de que en las últimas horas se desatara la
alarma al asegurarse que había sufrido una recaída e iba a ser de
nuevo hospitalizado.
El anciano Pontífice estuvo asomado escasamente un minuto,
tiempo en el que bendijo seis veces a los varios miles de fieles
presentes, a los que dirigió dos gestos de saludo con la mano
derecha, que levantó levemente.
Juan Pablo II no pronunció palabra alguna y la imagen ofrecida
por el Centro Televisivo Vaticano (CTV) sólo permitió verle desde
lejos.
El escaso minuto, unos 50 segundos, permitió verle un rostro
contraído y dolorido. En algunos momentos dio la sensación de que
sonreía.
Los presentes, en su mayoría polacos, acogieron con aplausos y
gritos de júbilo la presencia del Pontífice, al que desearon una
rápida convalecencia.
La hospitalización fue desmentida a últimas horas del martes por
el jefe del equipo médico que le cura, Rodolfo Proietti. Pero el
temor no desapareció, ya que la imagen que se le vio el domingo
pasaddesató todo tipo de rumores.
Según fuentes vaticanas, los problemas surgidos en los últimos
días están relacionados con la dificultad para recuperar la voz -y
eso que las pasadas semanas habló, sorprendiendo por la rapidez con
lo que lo hizo-, la alimentación (tiene problemas para deglutir) y
el rechazo a una medicación a base de hierro, para afrontar la
anemia, que se asegura, padece.
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