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JUAN LARA-ROMA
La misa la ofició en latín, idioma en el que pronunció el mensaje. Concelebraron los cardenales Angelo Sodano, que durante el papado de Juan Pablo II fue el cardenal secretario de Estado, y el purpurado colombiano Alfonso López Trujillo, que fue presidente del Consejo Pontificio para la Familia.

Y a partir de ahí comenzó a trazar un primer esbozo de lo que será su Pontificado, poniéndose «de manera humilde» en manos de la Providencia y pidiendo a los cardenales «la constante y sabia» colaboración. Benedicto XVI dijo que Juan Pablo II ha dejado una Iglesia «más valiente, más libre y más joven», que mira con serenidad al pasado y no tiene miedo del futuro y que él está dispuesto a seguir por ese camino, trazado por el Concilio Vaticano II, del que dijo es la «brújula» en la que se orientará.

Bajo la atenta mirada del Cristo del inigualable fresco «El Juicio Final», pintado por Miguel Angel, el papa Ratzinger dijo que en estos momentos siente «un sentido de inadecuación y de turbación» por la responsabilidad confiada por los cardenales. Benedicto XVI agregó que junto a esos sentimientos siente una «profunda gratitud a Dios» y que considera que su elección se ha debido a una gracia especial concedida por Juan Pablo II.

«Siento su mano fuerte que estrecha la mía, me parece ver sus ojos sonrientes y escuchar sus palabras 'no tener miedo', dirigidas en esta ocasión hacia mí», manifestó el Papa. Tras recordar los días de la muerte y funeral de Juan Pablo II, Ratzinger pidió a Dios «que supla la pobreza de mis fuerzas, para que sea un valiente y fiel pastor de su rebaño, siempre dócil a la inspiración de su Espíritu».

«Quiero afirmar con fuerza mi decidida voluntad de proseguir en el compromiso de continuar con las actuaciones del Concilio Vaticano II, en la misma línea que mis predecesores. Los documentos conciliares no han perdido actualidad, sus enseñanzas se revelan pertinentes en las nuevas instancias de la Iglesia y en la presente sociedad globalizada», afirmó con rotundidad el Papa.

Tras recordar que este año la Iglesia celebra el Año de la Eucaristía, Ratzinger manifestó que los católicos tienen que sentirse estimulados a trabajar para lograr la «ansiada» unidad de los cristianos. «El actual sucesor de Pedro asume como compromiso primario el trabajar sin ahorro de energía para reconstituir la plena y visible unidad de los seguidores de Cristo. Esta es su ambición, este es su urgente deber», señaló Benedicto XVI.Agregó que es consciente de que no bastan las manifestaciones de buenos sentimientos, sino que son necesarios «gestos concretos que entren en los ánimos y remuevan las conciencias». El nuevo Papa manifestó que el diálogo teológico es necesario, pero que es «más urgente» una purificación de la memoria.