El teniente de alcalde de Urbanisme, Javier Rodrigo de Santos,
fue el único que se abstuvo de dar a conocer su posición en este
asunto, si bien lamentó «la falsa polémica creada en torno a la
nueva normativa», y añadió que «una ciudad como Palma tiene
problemas mucho más importantes que resolver que caer en la
tentación de entrar en un debate estéril, promovido por el
presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero». La
presidenta de Emaya, Catalina Terrassa, se pronunció en el mismo
sentido que Cirer, mientras que Francisca Bennàssar, Margalida
Ferrando, María José Frau y Carlos Veramendi indicaron que sólo
casarían parejas homosexuales si se les obliga a hacerlo. El resto
de concejales populares, Pedro Àlvarez, Maite Jiménez, José Manuel
Sierra, Rafel Duran, Àlvaro Gijón, Sebastià Sansó, Rogelio Araújo y
Marina Sans indicaron que sí celebrarían este tipo de bodas, si
bien indicaron que hubiese sido mejor denominarlas «uniones».
Cirer reiteró que es una persona «católica practicante» y que
para la Iglesia el matrimonio es un sacramento. Asimismo, insistió
en que si todos los concejales menos ella no estuvieran en
condiciones de poder celebrar un matrimonio homosexual, ella lo
celebraría porque la ley le obliga.
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