Imagen de una de las fiestas «botellón» que se celebran cada fin de semana en el Passeig Marítim de Palma.

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AGENCIAS
El profesor de Sociología de la Juventud de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de Granada Antonio Espantaleón criticó la connivencia del poder político con el fenómeno del «botellón», que «anestesia» a los jóvenes frente a problemas graves, como el de la inserción laboral.

Según el sociólogo, el fenómeno del «botellón» es un problema derivado del modelo socio-político actual, dominado por una sociedad despolitizada, con unas convicciones ideológicas «muy difusas, cuando existen», anulada por un «consumismo voraz».

Espantaleón consideró que si bien el «botellón» tiene un componente muy importante de diversión, propio de la juventud, se ha ido convirtiendo en una forma de «esconder, tapar o frenar otra serie de aspectos, como la escasa oferta laboral» de crecientes dimensiones, ante lo que la clase política «no hace nada».

En este sentido, aseguró que la actitud de la clase política sería «bien distinta» si esos mismos jóvenes, por ejemplo, convocaran un «botellón» para reclamar un puesto de trabajo delante de su Ayuntamiento: «Sería una bomba», dijo.

En una sociedad con esas características, que a la vez tiene un gran déficit de puestos de trabajo de los jóvenes de edades comprendidas entre los 18 y los 35 años, «la única alternativa que les queda es la diversión, que es lo que menos problemas causa a la sociedad y a los políticos».

«Trabajan para comprarse un pantalón, en un trabajo precario, mal pagado, cambian de trabajo de diez a quince veces, como mínimo, a lo largo de su vida, lo que genera una inestabilidad personal elevada», algo que consideró necesario tener en cuenta para analizar de forma objetiva este fenómeno, sin caer en la tentación de «criticarlo en exceso».

La falta de trabajo, unida a la inestabilidad de las parejas, los dos «pilares» de la sociedad, según Espantaleón, hacen que «zozobre» la actividad de los jóvenes en una serie de orientaciones un poco «vaporosas, difusas», como el «botellón», que permite a la juventud evadirse.

Por otra parte, el cardenal y arzobispo de Toledo Antonio Cañizares aseveró que ante las dificultades que presenta el sistema educativo la Iglesia no abandonará el sistema educativa a pesar de que otros intenten de apartarla.

El purpurado toledano denunció que el botellón, la trivialización del sexo o la violencia son símbolos de que los jóvenes no tienen esperanza. «En la actualidad se asiste a una quiebra muy profunda del hombre, que se traduce en la quiebra de la moralidad, nada es bueno, nada es malo, todo depende de la subjetividad humana, lo que convierte al mundo en un infierno».