El presidente brasileño, Lula da Silva, recibió al Papa a su llegada a Sao Paulo. Foto: J.BITTAR/REUTERS

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EFE-SAO PAULO
El Papa se muestra convencido de que el futuro de la Iglesia católica se decide en Brasil, donde ayer inició una visita de carácter pastoral de cinco días, para la que se ha desplegado un fuerte dispositivo de seguridad.

A bordo del avión que le trajo a Brasil, el Pontífice dijo haber estudiado bien la historia de Brasil, un país con 155 millones de católicos, y cómo ha evolucionado la fe católica, «que fue perseguida a finales del siglo XIX por fuerzas neoliberales».

Además de manifestar su interés por «las culturas indígenas», Benedicto XVI se mostró contento por visitar Latinoamérica, una región que acoge a casi la mitad de los católicos del mundo, y expresó su deseo de que se convierta «en un continente ejemplar donde se resuelvan los grandes problemas de la humanidad».

Al responder sobre algunos de los problemas que atenazan a la región, contestó que «el problema de la droga nace por la falta de esperanza en el futuro», y que ante la violencia, «los católicos pueden ayudar a erradicarla». Asimismo, se mostró muy preocupado por el avance de «las sectas» en América Latina, ya que «significa que existe una sed de Dios» y explicó que la Iglesia tiene que ofrecer un camino a estas personas.

Benedicto XVI afirmó a los periodistas que viajan con él que la misión de la Iglesia y de los católicos es «ofrecer su testimonio para todos juntos encontrar el camino que ofrezca unas condiciones de vida más justas a estas personas».