El Supremo señala que la silla eléctrica es «un dinosaurio más apropiado para un laboratorio de Frankenstein».

TW
0

EFE-WASHINGTON

La pena de muerte por electrocución quedó ayer definitivamente desterrada en Estados Unidos, después de que el Tribunal Supremo de Nebraska declarara que el método es anticonstitucional. La decisión benefició de inmediato al asesino hispano Raymond Mata, condenado a muerte por el asesinato premeditado en 1999 de Adam Gómez, un niño de tres años.

La pena de muerte rige en 36 de los 50 estados del país y Nebraska era el único que mantenía la silla eléctrica como método de ejecución. En los demás, la pena de muerte se aplica mediante una inyección letal. «El sello característico de una sociedad civilizada es que castigamos la crueldad sin apelar a ella», manifestó ayer el tribunal de nueve miembros.

«Las pruebas demuestran que la electrocución inflige un dolor intenso y un sufrimiento agonizante. Por lo tanto, la electrocución como método de ejecución es un castigo cruel y desusado», añadió.

Además, es «un dinosaurio más apropiado para un laboratorio del Barón Frankenstein que para una cámara de la muerte», manifestó.

«Éste es el último clavo en el ataúd de la electrocución», indicó Richard Dieter, director del Centro de Información de la Pena de Muerte (CIPM). «Es un mensaje dirigido a los otros estados, en el sentido de que la pena de muerte está bajo el escrutinio de los tribunales estatales y federales», añadió.

La prescripción del castigo determinó el aplazamiento indefinido de la ejecución de Mata, cuya víctima, hijo de su antigua novia, fue secuestrado, asesinado y luego descuartizado. En su veredicto sobre la ejecución, el tribunal reiteró que su decisión sobre la silla eléctrica no significa la abolición de la pena de muerte en el estado.

Sin embargo, la decisión fue criticada por el gobernador Dave Heineman, quien afirmó que constituía una manifestación de «activismo político». Añadió que proyecta instar a las autoridades legislativas del estado a sustituir la electrocución por la inyección letal.