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AGENCIAS-NUEVA YORK Benedicto XVI se subió ayer a un púlpito desde el que anteriormente sólo habían hablado dos pontífices. Durante su primer día en Nueva York, en el marco de su viaje por Estados Unidos, acudió a la Asamblea General de Naciones Unidas para recordar el papel crucial de esta organización como defensora de los Derechos Humanos. En este sentido, instó a los actores internacionales a desarrollar intervenciones conjuntas, frente a la «paradoja» de que siga existiendo en el mundo una crisis «a causa de la subordinación a las decisiones de unos pocos».

En este sentido, Benedicto XVI recordó la responsabilidad de la ONU para defender los derechos «basados y plasmados en la naturaleza trascendente de la persona». Esta dimensión, a su juicio, debería ser reforzada «si queremos fomentar la paz, la esperanza de la humanidad en un mundo mejor, y crear condiciones propicias para la paz, el desarrollo, la cooperación y la garantían de los derechos de generaciones futuras».

El Papa abogó en este escenario por «intervenciones conjuntas por parte de la comunidad internacional», algo en lo que precisamente se esfuerza la ONU. Sin embargo, como el propio Pontífice reconoció, existe la «paradoja de un consenso multilateral, que sigue padeciendo una crisis a causa de su subordinación a las decisiones de unos pocos».

Críticas a la investigación
Por otra parte, Benedicto XVI criticó algunos aspectos de la investigación científica y tecnológica, ya que a su juicio «representan una clara violación del orden de la creación, hasta tal punto en que no sólamente se contradice el carácter sagrado de los días, sino que la persona humana misma y la familia se ven despojadas de su identidad natural».

Respecto a la libertad religiosa, el Papa lamentó que no se puede limitar su «plena garantía» al «libre ejercicio de culto», «sino que se ha de tener en la debida consideración la dimensión pública de la religión y, por tanto, la posibilidad de que los creyentes contribuyan a la construcción del orden social».