TW
0

EFE-LONDRES

Más de 37 millones de personas están refugiadas en distintas zonas del mundo o desplazadas en sus propios países a causa de conflictos armados o persecuciones de todo tipo, según un informe presentado ayer en Londres por la Alta Comisaría de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). En su estudio, correspondiente a 2007, la ACNUR destaca que el número de refugiados o desplazados creció hasta cifras récord de 2005 al año pasado, sobre todo debido a las guerras en Afganistán e Irak.

Según las estadísticas, a finales de 2007 había 11,4 millones de refugiados y 26 millones de desplazados en el mundo -un total de 37,4 millones-, aunque esta cifra no incluye los 4,6 refugiados palestinos (a cargo de otra agencia de la ONU) ni las decenas de millones de personas afectadas por catástrofes naturales.

Más de la mitad de refugiados bajo el amparo de la ONU son afganos (3 millones, que viven sobre todo en Irán), seguidos de los iraquíes (más de 2 millones, refugiados principalmente en Jordania y Siria) y los colombianos (552.000, que se encuentran en especial en Venezuela y Ecuador). En cuanto a los desplazados internos, la gran mayoría son colombianos (unos 3 millones), iraquíes (2,4 millones), congoleses (1,3 millones), ugandeses (1,2 millones) y somalís (aproximadamente un millón).

«Hay un conjunto de crisis (originarias de refugiados) que están interrelacionadas, como las de Afganistán, Palestina, Irak, Sudán y Chad y Somalia», declaró el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, el portugués Antonio Guterres.

Precisó que «paralelamente hay una multiplicación de crisis por todas partes, sobre todo en Africa, muchas de las cuales no son conocidas, como las del Chad, República Centroafricana, Eritrea, Zimbabue o el Congo».

Guterres señaló que las crisis del primer grupo tienen «implicaciones globales en materia de seguridad» y su resolución «es crucial, además, para mejorar las relaciones entre el mundo occidental y el islámico».

Para mejorar la situación, considera clave que la comunidad internacional se involucre más en la resolución de conflictos y que los países desarrollados «apliquen una política de apertura de fronteras que permita ayudar a quienes de verdad necesitan protección y tienen derecho a ella».

«Aunque nosotros nos ocupamos de la parte humanitaria, la solución al desafío de los refugiados no es humanitaria, sino política», subrayó Guterres.